EGIPTO, ENTRE EL
NORTE DE ÁFRICA Y EL ORIENTE MEDIO
El reto del
encuentro entre iglesias en un país clave para el diálogo con el islam
Jorge Peñacoba
(Texto publicado en la revista "Palabra" julio-agosto 2016)
Icono copto de los nuevos mártires |
La casualidad
quiso que ese mismo día 15 de febrero, mientras se conocía el horror de aquel
asesinato, en la ciudad turística de Sharm-el-Seikh -en la punta sur de la
península del Sinaí- el obispo copto católico Makarios Tewfik consagraba con gran
alegría el primer templo de la iglesia copto-católica del lugar, destinado a
atender a miembros de las familias católicas, pocas originarias de allí, pero muchas
formadas por trabajadores y turistas procedentes de países católicos de todo el
mundo. La erección del lugar de culto se había logrado tras muchos años de
laboriosas gestiones (y no sin la decisiva intervención Susane Mubarak) para
doblegar la oposición de las autoridades locales. El complejo se ha construido
con el apoyo moral y económico de la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada,
que desde hace años está siendo decisivo para la Iglesia en el país del Nilo.
El contraste que
provocan las dos imágenes sirve para explicar la situación de los cristianos
egipcios en la era contemporánea, desde que Mehmet Ali ((1769 - 1849) creara el
Egipto moderno. Historia que se ha movido siempre entre cierta discriminación -dentro
de una amplia tolerancia- y brotes de una violencia, más o menos “religiosa”, y
más o menos “populares”.
La Iglesia en el
país del Nilo
Egipto es un gran
país, con 84 millones de habitantes (quince de ellos en El Cairo, la mayor
ciudad de África y de Oriente Medio), que goza una renta per cápita de dos mil
dólares. El cristianismo allí es antiguo, tiene origen apostólico y, como se
sabe, fue especialmente floreciente en los siglos III y IV. Los padres y escritores eclesiásticos alejandrinos
tuvieron decisiva importancia en el desarrollo del dogma católico. La ruptura (
a. 457) del patriarca Timoteo II con la iglesia bizantina a raíz del concilio
de Calcedonia (a. 451) marcó definitivamente su historia, convirtiéndose desde
entonces en una Iglesia separada de Roma; es la Iglesia “copta”. El término procede
de la corrupción lingüística de la palabra “egipcio” en lengua árabe. En 1741,
el obispo copto de Jerusalén, llamado Atanasio se hizo católico junto con su
congregación, formada por unos dos mil fieles. Aunque más tarde regresó a la
obediencia al patriarca alejandrino, aquel grupo de fieles permaneció católico
y fue el origen de una rama de la Iglesia copta que permanece en comunión con
Roma, los copto-católicos, de la que se calcula que forman parte unos trescientos
mil fieles divididos en tres eparquías –Alejandría, El Cairo y Port Said-,
actualmente unidas en la persona de un único patriarca copto-católico. Hay
también otras comunidades cristianas en el país, consecuencia en parte de su
historia política, especialmente numerosa es la greco ortodoxa, que se remonta
a aquella primera crisis en la unidad, cuando la Iglesia en Egipto rompió con
la bizantina y la población egipcia de origen griego permaneció unida al
patriarca de Constantinopla.
Iglesia de san Sergio, El Cairo |
A pesar de la
progresiva islamización que se dio tras la conquista por los árabes, Egipto ha seguido
siendo cristiano ininterrumpidamente, y todo el país está lleno de huellas de
historia -¡y actualidad!- cristiana: desde el antiquísimo monasterio de Santa
Catalina, en el Sinaí, hasta el enorme conjunto monasterial de Wadi Natrum, al
oeste del Delta, ya en el desierto, donde viven más de cuatrocientos monjes. Si
uno visita el llamado barrio copto, en la antigua fortaleza de Babilonia que
fue el germen de la actual ciudad de El Cairo, se pueden visitar las antiguas
iglesias de San Sergio o también la
llamada iglesia colgante, muy cerca del conjunto monasterial de San Jorge, de
la Iglesia greco ortodoxa. Los
franciscanos, a través de la Custodia de Tierra Santa, atienden y dirigen
muchas parroquias, también los combonianos y los jesuitas, presentes en Egipto
desde finales del XVII.
¿Violencia
religiosa?
No sería objetivo
afirmar que los cristianos en Egipto son perseguidos. Al contrario, por lo
general son respetados y apreciados; son vistos y se sienten egipcios como los
demás, aunque sufren ciertos prejuicios sociales, comparables a los de minorías
étnicas en otros países. Con matices diferentes -según las zonas rurales o los
ambientes urbanos-, se podría decir que los cristianos se mueven con
naturalidad, y son considerados conciudadanos a todos los efectos por los
musulmanes, que saben que no provienen de fuera, sino que han estado en el país
siempre. Forman una gran minoría religiosa, que alcanza seguramente el diez por
ciento de la población. Aunque se encuentran repartidos por todo el país, en el
Alto Egipto -en localidades situadas alrededor de 300 km al sur de El Cairo,
como Asiut o Menya-, los coptos son especialmente numerosos, y en las tres
grandes metrópolis que marcan el triángulo del delta del Nilo -El Cairo,
Alejandría y Port Said-, las iglesias cristianas marcan el paisaje urbano tanto
como las mezquitas.
Sin embargo, no
dejan de notarse ciertos recelos sociales, en el caso de las ciudades, y de rivalidades
en las zonas rurales, y ese difuso desprecio étnico; todo ello agravado ahora
por la extensión del islamismo y sus expresiones más radicales, por mucho que
la mayoría de la población repudie sinceramente la violencia que han sufrido.
De otro lado, la inestabilidad política en toda la zona generada durante la
llamada “primavera árabe” está detrás de los estallidos de intolerancia,
limitados pero de gran virulencia: seis muertos a la salida de una misa de
Navidad, veinticinco en un choque de manifestantes con fuerzas del orden,
veintitrés fallecidos en un atentado suicida junto a una iglesia… Por lo demás,
no hay que olvidar que los atentados islamistas tienen también entre sus
objetivos a los funcionarios o al turismo. Más que de persecución la Iglesia en
Egipto se queja de discriminación legal o cultural, y reclama la definitiva
superación del la sutil brecha a través de una reforma constitucional, que está
en curso, y del compromiso de las nuevas autoridades en crear de una nueva
atmósfera, menos parcial.
Libertad de culto.
La Constitución de 2014
El momento puede
ser propicio. Como otras muchas instancias sociales, el patriarca Tawadros II apoyó en su momento
el golpe militar que apartó del poder a Mohammed Morsi en 2013, tras las
masivas manifestaciones contra el gobierno islamista, un gobierno formado por
la coalición del partido de la cofradía de los Hermanos Musulmanes y el partido
Salafista., A pesar de las promesas que había hecho en sentido contrario, la
reforma constitucional emprendida por Morsi seguía sufriendo una escoramiento
islamista, con lo que ello implica de discriminación por razón de religión. Tras
la caída de Morsi, el general Abdel Fatah Al-Sisi, después de someterse a nuevas
elecciones presidenciales consideradas como democráticas, ha impulsado la nueva
constitución, aprobada por referéndum en enero de 2014.
El nuevo texto constituyente
establece libertad de culto para los miembros de las tres religiones “divinas”:
islam, cristianismo y judaísmo; también ordena que no haya diferencia en el código penal respecto a los
delitos ofensa a la religión o de incitación al odio, que serán considerados
además como delitos contra la unidad nacional, se trate de una u otra religión.
También da libertad a las tres religiones para erigir lugares de culto. Queda
por legislar la concreción de esa facultad, pero por el momento se ha creado el
marco legal que aliviará las enormes dificultades administrativas y prácticas
que sufren los cristianos para construir o reparar sus iglesias.
Libertad
religiosa
Si en libertad de
culto ha habido avances, no puede decirse lo mismo respecto a la libertad
religiosa propiamente dicha, aunque sólo sea porque permanece el deber de
indicar en el documento de identidad la pertenencia a una de esas tres
religiones. En teoría, el objeto de esta consignación es tener el dato en
cuenta a la hora de aplicar las leyes civiles, que en determinados temas remiten
al estatuto personal religioso, por ejemplo en el ámbito del derecho
matrimonial y familiar. Sin embargo, esa
anotación en el documento de identidad nacional no pueden cambiarse en caso de
conversión, de modo que si una persona se convierte, por ejemplo, al
cristianismo, en su documento de identidad seguirá constando como musulmán, con
los múltiples problemas de todo tipo que eso puede ocasionarle. Así, aunque la
ley no prohíbe la conversión del islam a otra religión, el hecho queda
reflejado públicamente. Además, no hay que olvidar que la sharia ordena el
asesinato de los apóstatas, y aunque esa costumbre está abolida de la ley penal
o civil, la sharia se sigue considerando fuente interpretativa del Derecho.
Este hecho crea inseguridad jurídica y puede dar lugar a impunidad ante
posibles actos fanáticos. Lógicamente, no todo el mundo está dispuesto a asumir
estas dificultades en su vida corriente, menos aún en ambientes rurales.
Por otro lado,
estipular que las leyes “canónicas” de cada religión sean la base de la
legislación que gobierna el status personal de cada uno, puede llevar a
dificultades importantes indirectamente. Por ejemplo, la ley sólo reconoce
matrimonios islámicos, cristianos o judíos, y establece que los que se casan
deben ser miembros de la misma denominación religiosa: un shií no debe casarse
con un suní, ni un protestante con un católico. Por otra parte, todos los ciudadanos están
sometidos a la sharia en materias de herencia y de adopciones. Si un varón
desea casarse con una musulmana ha de convertirse al islam (mientras que la
mujer no musulmana no está obligada a convertirse al casarse con un musulmán).
Una mujer casada que se convierte al islam puede divorciarse de su marido no
musulmán, y en ese caso, la custodia de los hijos recae en ella exclusivamente.
Por su parte, los hijos menores de edad de padres musulmanes eventualmente
conversos al cristianismo son considerados legalmente como musulmanes aunque se
hayan bautizado. En cualquier caso, en los conflictos matrimoniales los
tribunales deben aplicar la sharia.
Buenas
intenciones
El patriarca Tawadros con el presidente Al-Sisi |
Todos los
problemas relacionados con las libertades de culto y religión preocupan
seriamente a las autoridades del país, ya que sobre el fondo de la intolerancia
activa, cada vez más presente en otros países de la zona, ofrecen una imagen
del país que no es, a su juicio, representativa de la realidad normal, y daña
las posibilidades de homologación con el mundo cultural occidental. En un
discurso dirigido en enero de 2014 a las autoridades religiosas de la
universidad de Al-Ahzar -que es el centro teológico musulmán de más prestigio
del mundo entre los sunníes-, el presidente Al-Sisi exigió una “revolución
religiosa”, un cambio de mentalidad. “¿Cómo
es posible que 1,6 mil millones de personas puedan pensar que para vivir deben
eliminar al resto de los 7 mil millones de habitantes del mundo? No, ¡eso es
imposible!”.
En un
sorprendente tono perentorio y de reproche añadía: “Lo que estoy diciendo no podéis percibirlo si permanecéis atrapados en
esta mentalidad. Tenéis que salir de vosotros mismos y observar esta forma de
pensar desde fuera, para erradicarla y reemplazarla con una visión más
iluminada del mundo”.
Él mismo ha
asumido en primera persona una conducta propia de presidente de todos los
egipcios, encontrándose afablemente con todos los líderes religiosos. Tras la
canonización de los veintiún mártires de Sirte anunció que se construiría en su
honor un templo en Mynia, la capital del distrito al que pertenecían; y envió a
siete de los ministros de su gobierno –entre ellos al primer ministro- para que
visitaran a las familias de cada uno de los mártires asesinados. “Todos vosotros sois un gran valor para la nación”,
afirmó el mandatario que presidía la representación oficial, “estamos dispuestos a sacrificarnos por todos
los hijos de Egipto". Y anunció que se hará construir una iglesia a
expensas del Estado en memoria de los mártires en la aldea de Al-Our.
Unidad entre los
cristianos
En el conjunto
del norte de África, Egipto es un lugar especial. Geográfica y culturalmente es
la bisagra entre esa región y el Oriente Medio, con una gran influencia en todo
el mundo árabe. Es un país acostumbrado también a la convivencia con occidente
y lo occidental, de gente laboriosa y abierta, donde en general se valora la
estructura familiar, la amistad y la religiosidad. Para la Iglesia podría
suponer una maravillosa oportunidad de conocimiento y convivencia con la cultura
árabe. En este sentido, la mayor debilidad que presenta la situación de la
Iglesia allí –como en otros países del Oriente Medio- es precisamente la
histórica fragmentación de las comunidades cristianas, que viven a menudo de
espaldas unas de otras, incluso las que están en comunión en la Iglesia
católica. Copto católicos, greco-católicos, maronitas, armenios, caldeos,
católicos de rito latino… tienen sus propias jerarquías y organizaciones, que
apenas se tratan entre sí.
La Santa Sede
convocó una asamblea especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio,
cuyas deliberaciones tuvieron lugar en octubre de 2010. “La comunión eclesial y el testimonio cristiano”, eran los dos temas
que se abordaron. El primero hacía referencia a la comunión dentro la Iglesia
católica, y también entre las diversas Iglesias y comunidades cristianas. El
segundo –el testimonio cristiano- pretendía resaltar puntos de unión y respeto
mutuo entre los cristianos, hebreos y musulmanes. Durante su viaje a Tierra
Santa, en septiembre de 2012, Benedicto XVI hizo la entrega simbólica de las
conclusiones de la reunión. En la exhortación apostólica post sinodal, el papa escribía: “Junto
con la Iglesia católica, en Oriente Medio están presentes numerosas y
venerables Iglesias, a las que se añaden comunidades eclesiales de origen más
reciente. Este mosaico requiere un esfuerzo importante y continuo por favorecer
la unidad, dentro de las respectivas riquezas, con el fin de reforzar la
credibilidad del anuncio del Evangelio y del testimonio cristiano”
Desde el punto de
vista práctico, el objetivo más importante en Egipto –aunque parezca modesto-
es la creación entre los obispos de los diversos ritos católicos de organismos
inspirados en el funcionamiento de las conferencias episcopales. Los centros de
culto o educativos católicos de rito latino tienen prestigio, y el vicariato
apostólico establecido allí por Roma realiza todos sus esfuerzos en lograr la
sintonía entre las minorías cristianas presentes y su revitalización misionera
y de servicio a la población, sobre todo a los más necesitados.
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