‘No te soltaré hasta que me hayas bendecido’
(Gen 32,27)
Hemos realizado tu memorial, hemos participado de tus misterios: ¡Gloria a ti, señor Jesús! Danos ser uno contigo.
Defiende a tu Esposa, líbrala del león rugiente; líbrala del odio y del desprecio, de la desunión y del error.
Te ofrezco esta sagrada comunión por la persona del Padre y por sus intenciones, por la persona e intenciones de todos los directores y directoras, por la fidelidad de los sacerdotes, por todas mis hermanas y mis hermanos en la Obra, y por sus familias.
Protege y auxilia a los enfermos y a los pobres; asócialos a tu obra redentora.
Te ruego por mis amigos y conocidos. Envía siempre de entre ellos obreros a tu mies.
Te pido la conversión de J y la de M; que guardes en tu paz a mis padres, y hagas fieles y elegidos a mis hermanos.
Te ruego por mi patria, por la tierra en que vivo y trabajo, y por la que me acogió al nacer: que permanezca unida y sea católica de corazón.
Te agradezco la vida, pero sobre todo tu Cuerpo y tu Sangre.
Bendita sea la Madre que te engendró! Sea también madre de mi alma; que su amor guarde íntegro mi corazón.
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