(5 de octubre 2015 dom 27 TO b)
Unos fariseos que, para ponerle a prueba, le preguntaban: Puede el marido repudiar a la mujer?
El respondió: Que os prescribió Moisés?
Ellos le dijeron: Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.
Jesús les dijo: Teniendo en cuenta la dureza de vuestros corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.
(Del cap. 10 del evangelio según san Marcos)
El repudio de las mujeres
La mayor parte de las civilizaciones antiguas regularon el repudio de las esposas, seguramente como un avance social respecto a la barbarie del simple abandono. También Moisés también lo hizo en el Sinaí, estableciendo que el repudiador redactara un acta explicando la causa por la que era echada de la casa o devuelta a sus padres; un acta que sirviera a la repudiada de defensa, que le diera ciertas garantías en el futuro, y no pudiera ser acusada de adúltera si se unía a otro. En tiempos de Jesús (habían pasado mil doscientos años desde Moisés) se discutía si el motivo que debía aducirse en el acta tenía que tener o no cierto peso jurídico, es decir, si debía haber un motivo serio que hiciera lícito o moral el repudio. "¿Es lícito despedir a la mujer por cualquier causa?", fue el tono de la pregunta. Y esta es la duda que plantearon al maestro.
Una respuesta yendo a la raíz
"Para comprometerlo", dice san Marcos. Quizá esperaban que se inclinase por exigir un motivo serio. Pero, una vez más, Jesús les sorprendió, yendo a la raíz del problema que le planteaban, y remitiéndoles al querer de Dios implícito en el relato de la Creación en el libro del Génesis. Al crear al hombre como varón y la mujer -les dice-, destinados a formar "una sola carne", una sola cosa, les explicaba el carácter esponsal que tiene el ser humano, llamado a formar una comunidad de vida y amor fecundo y fiel. Y por eso -añadió- el que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio, aunque la ley civil lo justificara ( la ley de Moisés, en este caso). Independientemente de la ley, aquello a los ojos de Dios era igualmente un adulterio y no un nuevo matrimonio. En el pasaje paralelo de san Mateo se recoge la sorpresa de los discípulos, acostumbrados a la legislación civil permisiva. 'Entonces no trae cuenta casarse", comentó Pedro a bote pronto...
Pero la postura del Señor fue recibida por la Iglesia y por el mundo antiguo como Evangelio, como verdadera Buena Nueva para el matrimonio y la familia. Por la primera vez en la historia cultural de la humanidad alguien se enfrentaba al repudio de las mujeres, y explicaba que el matrimonio no es la posesión de unas personas, de la que uno puede deshacerse en un momento determinado del camino, sino un compromiso gozoso para toda la vida, lleno de alegría y fidelidad, aún en medio del dolor o las dificultades, que se comparten.
Un Sínodo sobre el matrimonio y la familia
Ya sabéis que mañana comienza en Roma un Sínodo de los obispos dedicado a la vocación y misión de la familia en la Iglesia. Seguramente se va a discutir bastante sobre si las personas católicas que han cometido este pecado señalado por Jesús –el de casarse por lo civil después de haberse divorciado, estando casadas por la Iglesia- pueden ser absueltas y comulgar sin dejar de estar en esa situación. De entrada, no parece que se vaya a cambiar una praxis sacramental que se remonta a los primeros siglos del cristianismo , pero se estudiará. Un Sínodo es una reunión consultiva del Papa con un grupo de obispos, no es un Concilio; no puede establecer una doctrina contraria a la doctrina, ni directamente ni indirectamente, a través de la praxis sacramental. Ni siquiera puede -el Sínodo- establecer doctrina o praxis: eso sólo le corresponde en la Iglesia universal al Papa o al Concilio ecuménico. También se estudiará, seguramente, cómo tratar a las personas de tendencia homosexual que han cometido el grave error moral de iniciar una relación cuasi matrimonial.
Recemos, pues por ellos, por los padres sinodales, para que Dios les ilumine y puedan aconsejar bien al santo Padre que los ha convocado. La salud espiritual de la institución matrimonial es muy importante para la humanidad. Nada configura y estructura de modo tan profundo la salud social como el amor fiel y fecundo del hombre y la mujer. Es el gran don de Dios a la humanidad.
Unos fariseos que, para ponerle a prueba, le preguntaban: Puede el marido repudiar a la mujer?
El respondió: Que os prescribió Moisés?
Ellos le dijeron: Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.
Jesús les dijo: Teniendo en cuenta la dureza de vuestros corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.
(Del cap. 10 del evangelio según san Marcos)
El repudio de las mujeres
La mayor parte de las civilizaciones antiguas regularon el repudio de las esposas, seguramente como un avance social respecto a la barbarie del simple abandono. También Moisés también lo hizo en el Sinaí, estableciendo que el repudiador redactara un acta explicando la causa por la que era echada de la casa o devuelta a sus padres; un acta que sirviera a la repudiada de defensa, que le diera ciertas garantías en el futuro, y no pudiera ser acusada de adúltera si se unía a otro. En tiempos de Jesús (habían pasado mil doscientos años desde Moisés) se discutía si el motivo que debía aducirse en el acta tenía que tener o no cierto peso jurídico, es decir, si debía haber un motivo serio que hiciera lícito o moral el repudio. "¿Es lícito despedir a la mujer por cualquier causa?", fue el tono de la pregunta. Y esta es la duda que plantearon al maestro.
Una respuesta yendo a la raíz
"Para comprometerlo", dice san Marcos. Quizá esperaban que se inclinase por exigir un motivo serio. Pero, una vez más, Jesús les sorprendió, yendo a la raíz del problema que le planteaban, y remitiéndoles al querer de Dios implícito en el relato de la Creación en el libro del Génesis. Al crear al hombre como varón y la mujer -les dice-, destinados a formar "una sola carne", una sola cosa, les explicaba el carácter esponsal que tiene el ser humano, llamado a formar una comunidad de vida y amor fecundo y fiel. Y por eso -añadió- el que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio, aunque la ley civil lo justificara ( la ley de Moisés, en este caso). Independientemente de la ley, aquello a los ojos de Dios era igualmente un adulterio y no un nuevo matrimonio. En el pasaje paralelo de san Mateo se recoge la sorpresa de los discípulos, acostumbrados a la legislación civil permisiva. 'Entonces no trae cuenta casarse", comentó Pedro a bote pronto...
Pero la postura del Señor fue recibida por la Iglesia y por el mundo antiguo como Evangelio, como verdadera Buena Nueva para el matrimonio y la familia. Por la primera vez en la historia cultural de la humanidad alguien se enfrentaba al repudio de las mujeres, y explicaba que el matrimonio no es la posesión de unas personas, de la que uno puede deshacerse en un momento determinado del camino, sino un compromiso gozoso para toda la vida, lleno de alegría y fidelidad, aún en medio del dolor o las dificultades, que se comparten.
Un Sínodo sobre el matrimonio y la familia
Ya sabéis que mañana comienza en Roma un Sínodo de los obispos dedicado a la vocación y misión de la familia en la Iglesia. Seguramente se va a discutir bastante sobre si las personas católicas que han cometido este pecado señalado por Jesús –el de casarse por lo civil después de haberse divorciado, estando casadas por la Iglesia- pueden ser absueltas y comulgar sin dejar de estar en esa situación. De entrada, no parece que se vaya a cambiar una praxis sacramental que se remonta a los primeros siglos del cristianismo , pero se estudiará. Un Sínodo es una reunión consultiva del Papa con un grupo de obispos, no es un Concilio; no puede establecer una doctrina contraria a la doctrina, ni directamente ni indirectamente, a través de la praxis sacramental. Ni siquiera puede -el Sínodo- establecer doctrina o praxis: eso sólo le corresponde en la Iglesia universal al Papa o al Concilio ecuménico. También se estudiará, seguramente, cómo tratar a las personas de tendencia homosexual que han cometido el grave error moral de iniciar una relación cuasi matrimonial.
Recemos, pues por ellos, por los padres sinodales, para que Dios les ilumine y puedan aconsejar bien al santo Padre que los ha convocado. La salud espiritual de la institución matrimonial es muy importante para la humanidad. Nada configura y estructura de modo tan profundo la salud social como el amor fiel y fecundo del hombre y la mujer. Es el gran don de Dios a la humanidad.
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