sábado, 20 de junio de 2015

Margarita Ward y compañeros mártires ingleses (1535-1679)



Dermot O’Hurley, Margarita Bermingham viuda de Ball, Francisco Taylor, Ana Line, Margarita Cltheroe, Margarita Ward y compañeros mártires ingleses, beatos.


Primero fueron dos leyes  principalmente las que dieron el presupuesto político necesario que justificase la persecución: el Decreto de Supremacía, y el Acta de Uniformidad (1559). Por ellas, el Trono se arrogaba la primacía en lo político y en lo religioso. Así la Iglesia dejaba de ser «católica» –universal– pasando a ser nacional –inglesa– cuya cabeza, en lo religioso y en lo político, era Isabel. El juramento de fidelidad necesario supuso para muchos comprender que con él renunciaban a su condición de católicos .

De este modo, quienes se negaban al mencionado juramento –necesario, por otra parte, para el desempeño de cualquier cargo público– o quienes lo rompían quedaban ipso facto considerados como traidores al rey y eran tratados como tales por los que administraban la justicia. Se emanó un Decreto (1585) por el que se prohibía la misa y se expulsaba a los sacerdotes. Dispusieron de cuarenta días los sacerdotes para salir del reino. La culpa por ser sacerdote era traición y la pena capital. En esos años, quienes dieran cobijo, o comida, o dinero, o cualquier clase de ayuda a sacerdotes ingleses rebeldes escondidos por fidelidad y preocupación por mantener la fe de los fieles o a los sacerdotes que llegaran desde fuera por mar camuflados como comerciantes, obreros o intelectuales eran tratados como traidores y se les juzgaba para llevarlos a la horca.

Ana Line fue condenada por albergar sacerdotes en su casa; antes de ser ahorcada pudo dirigirse a la muchedumbre reunida para la ejecución diciendo: «Me han condenado por recibir en mi casa a sacerdotes. Ojalá donde recibí uno hubiera podido recibir a miles, y no me arrepiento por lo que he hecho». Las palabras que pronunció en el cadalso Margarita Clitheroe fueron: «Este camino al cielo es tan corto como cualquier otro». Margarita Ward entregó también la vida por haber llevado en una cesta la cuerda con la que pudo escapar de la cárcel el padre Watson. Y así, tantos y tantas… murieron mártires de la misa y del sacerdocio.

En Inglaterra hubo una época en la que no se respetó la libertad de conciencia de los ciudadanos y pueden verse aún hoy en los archivos del Estado que la causa de aquellas muertes fue siempre religiosa bajo el disimulo de traición. Después de la sentencia condenatoria, los llevaban a la horca, siempre acompañados por un pastor protestante en continua perorata para impedirles hablar con los amigos o rezar en paz. Así fueron las cosas.

No hay comentarios: