(19 de abril 2015 3Dom Pascua b)
Hoy nos pide Caritas que hagamos campaña de sensibilización sobre uno de los mayores dolores que pueden sufrir las personas: el paro, la imposibilidad de trabajar. También nos piden que demos a conocer como contribuyen ellos a paliarlo, y nos piden que ofrezcamos la colecta por ellos. Gustosamente hacemos las tres cosas.
El trabajo
No encontramos muchas referencias bíblicas al paro (aunque, curiosamente, en una de las parábolas evangélicas se habla de un propietario que sale a contratar peones varias veces a lo largo de un día, porque -dice- hay mucho que hacer y la gente está parada en la plaza. Pero recordáis que, más que el paro o el trabajo, el objeto de aquella parábola era la generosidad con que Dios retribuye a todos por igual). De lo que sí nos habla la Biblia es del trabajo; desde el principio: "puso al hombre en Edén para que lo trabajara y custodiara". ¡El trabajo aparece ahí como la gran tarea del hijo creado en el mundo! Es como parte de su dignidad, de su misión. Junto con la procreación, forma parte de una especie de sacerdocio natural sobre la creación. Por eso el hombre se hace él mismo con el trabajo, refleja su ser, su bondad o su maldad; se santifica o se pudre a sí mismo, y a los demás, con lo que hacen sus manos. Y pienso que por eso decía san Josemaría que un cristiano se santificaba o no en su trabajo, y no sólo en su oración. Y que existía una especie de correspondencia entre ambas cosas de modo que el trabajo convertía la oración en auténtica o inauténtica. Un persona que es mala persona, que es cuco, vago, que se aprovecha del trabajo ajeno sin contribuir él, no puede ser grato a Dios, al menos no puede serlo su modo de obrar. Y como consecuencia, por ejemplo, deberíamos llevar este asunto al examen para la confesión sacramental, como hacemos con otros aspectos de la vida, como el sexual. El trabajo es el gran medio de santificación de los cristianos que viven y están en medio del mundo. De todos los hombres, desde luego, pero especialmente de los cristianos, llamados a redimir el mundo creado por Dios.
El mal del paro
No poder trabajar es además un verdadero dolor para los hombres. el Papa Francisco, que siempre es tan claro en estas cosas de la vida corriente, ha dicho en ocasiones que la carencia de posibilidad de trabajo quita la dignidad las personas, que le impide llevar el pan a su casa. Por eso nos tiene que doler que haya hermanos nuestros en esa situación, y deberíamos contribuir a paliarla con todas nuestras fuerzas. Por supuesto si conocemos a alguien que lo está sufriendo, pero también a los que no conocemos y son igualmente hermanos nuestros. Ya sé que el paro es un problema sobre todo macroeconómico, y que no se resuelve con un pequeño gesto, como la colecta de hoy. Pero precisamente por eso si lo tenemos todos presente nos puede estimular a trabajar más y mejor,
a ser santamente ambiciosos, a ser honrados, a ser moderados en los beneficios personales, a retribuir con justicia y con sentido un profundo de la caridad; no de cualquier modo, sino pensando más bien en como nos gustaría que nos retribuyeran, más que sin más en cómo está el mercado laboral o en cómo podría zafarme de mi contribución. En e fondo, a tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen si estuviésemos en esa situación, y a contribuir también a que la propia comunidad política y económica se plantee con valentía el problema y busque soluciones junto con todos.
Hoy nos pide Caritas que hagamos campaña de sensibilización sobre uno de los mayores dolores que pueden sufrir las personas: el paro, la imposibilidad de trabajar. También nos piden que demos a conocer como contribuyen ellos a paliarlo, y nos piden que ofrezcamos la colecta por ellos. Gustosamente hacemos las tres cosas.
El trabajo
No encontramos muchas referencias bíblicas al paro (aunque, curiosamente, en una de las parábolas evangélicas se habla de un propietario que sale a contratar peones varias veces a lo largo de un día, porque -dice- hay mucho que hacer y la gente está parada en la plaza. Pero recordáis que, más que el paro o el trabajo, el objeto de aquella parábola era la generosidad con que Dios retribuye a todos por igual). De lo que sí nos habla la Biblia es del trabajo; desde el principio: "puso al hombre en Edén para que lo trabajara y custodiara". ¡El trabajo aparece ahí como la gran tarea del hijo creado en el mundo! Es como parte de su dignidad, de su misión. Junto con la procreación, forma parte de una especie de sacerdocio natural sobre la creación. Por eso el hombre se hace él mismo con el trabajo, refleja su ser, su bondad o su maldad; se santifica o se pudre a sí mismo, y a los demás, con lo que hacen sus manos. Y pienso que por eso decía san Josemaría que un cristiano se santificaba o no en su trabajo, y no sólo en su oración. Y que existía una especie de correspondencia entre ambas cosas de modo que el trabajo convertía la oración en auténtica o inauténtica. Un persona que es mala persona, que es cuco, vago, que se aprovecha del trabajo ajeno sin contribuir él, no puede ser grato a Dios, al menos no puede serlo su modo de obrar. Y como consecuencia, por ejemplo, deberíamos llevar este asunto al examen para la confesión sacramental, como hacemos con otros aspectos de la vida, como el sexual. El trabajo es el gran medio de santificación de los cristianos que viven y están en medio del mundo. De todos los hombres, desde luego, pero especialmente de los cristianos, llamados a redimir el mundo creado por Dios.
El mal del paro
No poder trabajar es además un verdadero dolor para los hombres. el Papa Francisco, que siempre es tan claro en estas cosas de la vida corriente, ha dicho en ocasiones que la carencia de posibilidad de trabajo quita la dignidad las personas, que le impide llevar el pan a su casa. Por eso nos tiene que doler que haya hermanos nuestros en esa situación, y deberíamos contribuir a paliarla con todas nuestras fuerzas. Por supuesto si conocemos a alguien que lo está sufriendo, pero también a los que no conocemos y son igualmente hermanos nuestros. Ya sé que el paro es un problema sobre todo macroeconómico, y que no se resuelve con un pequeño gesto, como la colecta de hoy. Pero precisamente por eso si lo tenemos todos presente nos puede estimular a trabajar más y mejor,
a ser santamente ambiciosos, a ser honrados, a ser moderados en los beneficios personales, a retribuir con justicia y con sentido un profundo de la caridad; no de cualquier modo, sino pensando más bien en como nos gustaría que nos retribuyeran, más que sin más en cómo está el mercado laboral o en cómo podría zafarme de mi contribución. En e fondo, a tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen si estuviésemos en esa situación, y a contribuir también a que la propia comunidad política y económica se plantee con valentía el problema y busque soluciones junto con todos.
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