(Pentecostés, 15 de mayo 2016)
Hoy se celebra de
rojo en recuerdo de las llamaradas de fuego que aparecieron sobre los discípulos reunidos con María y con los Doce. No se manifestó como una paloma, sino como un fuerte y repentino viento, y especie de lenguas de fuego que se dividían y se posaban sobre cada uno. Quedaron transformados por dentro; ya no fueron nunca los mismos… Y, juntos, fueron la Iglesia. Viva desde entonces; nunca desaparecerá. Hubo persecuciones,
divisiones, errores y meteduras de pata. Se hicieron mejor o peor las cosas. Hubo santos y pecadores (o mejor, pecadores santos, y pecadores que se quedaron con
su pecado…) Pero siempre se cumplió lo que Jesús había dicho un día a Pedro: “ni el poder del
infierno podrá con ella”.
Recibieron "todos" el Espíritu santo
Recibieron todos el
Espíritu santo. Suelen representarse los 12 junto a María, pero con María estaban los demás
discípulos y discípulas. Por eso a todos se nos transmite en la en el sacramento de la Confirmación.
Todos lo recibimos. En oriente el sacramento se otorga inmediatamente después del bautismo incluso a los niños. En occidente, cuando se trata de un niño, se espera a que sea
mayor, y se le invita a que responda, que renueve las promesas bautismales personalmente… En cualquier caso, un cristiano sin Confirmación está como a medio hacer, es igual que un bautizado que no nunca hubiera comulgado. Son los tres sacramentos los que "hacen" al cristiano, lo completan. Si
hay aquí algunos sin confirmar, gustosamente les invito a hacer la catequesis el próximo año
y recibiréis el don del Espíritu santo también: "sopló sobre ellos y les dijo: 'Recibid el Espíritu santo'...
Por supuesto, recibir simplemente los sacramentos no lo es todo para ser cristiano. Los sacramentos son como toques de Jesús en el alma -como cuando tocaba a un enfermo para sanarlo-, pero luego hay que
caminar: "levántate y anda", camina. Camina hacia el
cielo, o sea, hacia la perfección cristiana: revístete de la caridad de Cristo,
anuncia su evangelio, santifica tu trabajo, fórmate en el conocimiento del
evangelio y la vida de la Iglesia.
Hablar lenguas, hablar con obras
Salieron los discípulos a la calle ante el
asombro de todos, que les entendían cada uno en su lengua. Termina la Pascua: Salgamos de aquí a
anunciar el Evangelio con nuestra palabra y nuestra vida. Es el lenguaje que
todos entienden; es la lengua del corazón, de la caridad, de la honradez, de la
generosidad...
No hay comentarios:
Publicar un comentario