Los sacramentos son acciones salvíficas que Cristo realizó durante su peregrinación terrena, y que entregó a la Iglesia para que realizara ahora en su nombre. Él, que vive en la Iglesia prometió realizarlas junto a su Esposa.
Es, por tanto, Cristo el que bautiza, el que escucha y perdona, el que se hace presente en el compromiso de los esposos, el que visita al enfermo y lo unge con su amor: "id y bautizad", "a quien perdonéis los pecados les quedan perdonados", "haced esto en mi memoria"...
Cristo vive y actúa entre nosotros. La fe en su resurrección no es un hecho aislado del pasado, sino en la presencia viva y operante entre nosotros, los discípulos. Así, en los sacramentos él mismo se hace presente y obra.
Los sacramentos son siempre un diálogo entre el creyente y la Esposa. El hombre que escucha la palabra de Jesús y cree en él, era curado. El hombre que cree en la curación de Jesús y la pide a la Esposa, recibe el don de Jesús.
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