La fe es el primer vínculo con Dios, lo primero que nos une a él, que nos hace alcanzarlo y ponernos a su alcance. Abre la puerta a lo demás.
El segundo paso espiritual que nos une a Dios es la es la confianza en su promesa. Es la esperanza. Nos hace asumir a Dios como destino propio, y eso cambia por completo la escala de valores interna, sin frustar la inclinación natural a la felicidad, que es la que organiza siempre esa escala.
El tercero es el amor incondicionado hacia Dios: es la caridad. Es el descubrimiento de que su bondad es más importante incluso todo lo demás.
Lo primero es la fe; por eso san Pablo la llama "initium salutis". Pero la caridad es la plenitud, y la que nunca pasará.
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