(19 de abril)
Hoy nos pide Caritas que hagamos campaña de sensibilización sobre uno de los mayores dolores morales que pueden sufrir las personas: el paro, la imposibilidad de trabajar. También nos piden que demos a conocer como esta organización contribuye a paliar el problema y ofrezcamos la colecta de hoy por ellos. Lo haremos gustosamente.
El trabajo en la Biblia
No encontramos en el Evangelio referencias morales a este problema, lógicamente; aunque en una parábola se habla de un propietario que sale a contratar, porque hay mucho que hacer y la gente está parada en la plaza. Pero el objeto de aquella parábola es otro; intenta explicar la generosidad con que Dios retribuye a todos por igual. En cambio, sí que aparece en la Biblia una referencia importantísima al trabajo, desde el principio: Dios crea al hombre para que custodie y trabaje su don, el Paraíso. ¡Es la gran tarea del hijo pequeño de Dios, del hombre, el vicario de Dios en la tierra! El trabajo es así como parte de su dignidad, de su misión, una especie de sacerdocio natural sobre la creación, como ocurre también con la procreación. El hombre se realiza él mismo con el trabajo, refleja su ser, su bondad o su maldad; se santifica o se pudre a sí mismo y tal vez también a los demás. Por eso san Josemaría decía que el camino de santidad de un cristiano pasaba por su trabajo, y no sólo por su oración; y también que había una especie de correspondencia entre ambos, de modo que el trabajo se convertía en una especie de oración, una obra de alabanza, de culto . Así que una persona que se porta mal en el trabajo, que es mala persona, que es cuco, vago, que se aprovecha del trabajo ajeno sin contribuir él… no puede ser grato a Dios, al menos puede estar segura de que no le es grato su obrar. Por eso, también hay que analizar este aspecto al examinar la propia conciencia, también es necesario presentarlo en la confesión, por decirlo así.
Para resolver el problema paro, trabajar mejor
El trabajo es el gran medio de santificación de los cristianos que viven y están en medio del mundo. De todos los cristianos, en realidad, pero especialmente de ellos. Por eso, no poder trabajar es un verdadero dolor para los hombres. Papa Francisco, que siempre es tan claro en estas cosas de la vida corriente, dice que el paro quita la dignidad, al no poder llevar el pan a su casa. Por eso nos tiene que doler mucho que haya hermanos nuestros en esa situación, y hemos de contribuir a paliarla con todas nuestras fuerzas. Por supuesto en el caso de que los conozcamos, pero también a los que no conocemos. Ya sé que es un problema macroeconómico, y que no se resuelve con un pequeño gesto, como la colecta de hoy. Pero precisamente por eso, si todos lo tenemos presente nos puede estimular a trabajar más y mejor, a ser santamente ambiciosos en nuestro trabajo, a ser honrados, a ser moderados en los beneficios personales y retribuir con justicia y con sentido profundo de la caridad: no de cualquier modo, sino pensando más en como me gustaría que me retribuyeran a mi que en cómo está el mercado laboral o en cómo puedo zafarme de mi contribución. En definitiva, a tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen, y contribuir también a que la propia comunidad política y económica se plantee con valentía este problema
Hoy nos pide Caritas que hagamos campaña de sensibilización sobre uno de los mayores dolores morales que pueden sufrir las personas: el paro, la imposibilidad de trabajar. También nos piden que demos a conocer como esta organización contribuye a paliar el problema y ofrezcamos la colecta de hoy por ellos. Lo haremos gustosamente.
El trabajo en la Biblia
No encontramos en el Evangelio referencias morales a este problema, lógicamente; aunque en una parábola se habla de un propietario que sale a contratar, porque hay mucho que hacer y la gente está parada en la plaza. Pero el objeto de aquella parábola es otro; intenta explicar la generosidad con que Dios retribuye a todos por igual. En cambio, sí que aparece en la Biblia una referencia importantísima al trabajo, desde el principio: Dios crea al hombre para que custodie y trabaje su don, el Paraíso. ¡Es la gran tarea del hijo pequeño de Dios, del hombre, el vicario de Dios en la tierra! El trabajo es así como parte de su dignidad, de su misión, una especie de sacerdocio natural sobre la creación, como ocurre también con la procreación. El hombre se realiza él mismo con el trabajo, refleja su ser, su bondad o su maldad; se santifica o se pudre a sí mismo y tal vez también a los demás. Por eso san Josemaría decía que el camino de santidad de un cristiano pasaba por su trabajo, y no sólo por su oración; y también que había una especie de correspondencia entre ambos, de modo que el trabajo se convertía en una especie de oración, una obra de alabanza, de culto . Así que una persona que se porta mal en el trabajo, que es mala persona, que es cuco, vago, que se aprovecha del trabajo ajeno sin contribuir él… no puede ser grato a Dios, al menos puede estar segura de que no le es grato su obrar. Por eso, también hay que analizar este aspecto al examinar la propia conciencia, también es necesario presentarlo en la confesión, por decirlo así.
Para resolver el problema paro, trabajar mejor
El trabajo es el gran medio de santificación de los cristianos que viven y están en medio del mundo. De todos los cristianos, en realidad, pero especialmente de ellos. Por eso, no poder trabajar es un verdadero dolor para los hombres. Papa Francisco, que siempre es tan claro en estas cosas de la vida corriente, dice que el paro quita la dignidad, al no poder llevar el pan a su casa. Por eso nos tiene que doler mucho que haya hermanos nuestros en esa situación, y hemos de contribuir a paliarla con todas nuestras fuerzas. Por supuesto en el caso de que los conozcamos, pero también a los que no conocemos. Ya sé que es un problema macroeconómico, y que no se resuelve con un pequeño gesto, como la colecta de hoy. Pero precisamente por eso, si todos lo tenemos presente nos puede estimular a trabajar más y mejor, a ser santamente ambiciosos en nuestro trabajo, a ser honrados, a ser moderados en los beneficios personales y retribuir con justicia y con sentido profundo de la caridad: no de cualquier modo, sino pensando más en como me gustaría que me retribuyeran a mi que en cómo está el mercado laboral o en cómo puedo zafarme de mi contribución. En definitiva, a tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen, y contribuir también a que la propia comunidad política y económica se plantee con valentía este problema
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