martes, 17 de septiembre de 2013

Las dos puertas

Mientras caminaba hacia Jerusalén, uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» El les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha"






    La basílica jerosolimitana del Santo Sepulcro o de la Anástasis (resurrección) , tiene dos puertas de entrada. Tal vez se hicieran pensando en dos procesiones de entrada: una, hacia la derecha, para subir a la altura del Calvario, y la otra, a la izquierda, para dirigirse hacia donde se venera el santo Sepulcro. El caso es que cuando Suleimán el Magnífico reconquistó a los cruzados la Ciudad respetó el edificio, pero ordenó que tapiaran una de las puertas. Por lo visto comentó con un punto de altivez: con una ya habrá suficiente.

De Oriente y de Occidente
   Hoy Jesús dice a la gente que la llamada de Dios se dirige a todos, de Oriente y de Occidente, y no sólo a los israelitas. Pero el diálogo comienza con una curiosa pregunta que le plantean a Jesús sobre el número de los que se salvan: ¿son muchos o pocos?. La pregunta parece provocada por esa curiosidad que sentimos por los fenómenos y cosas sobrenaturales y misteriosas, aunque también pudiera manifestar un cierto espíritu de cálculo... A todos nos gusta tener cubierto el plan, asegurarlo, como todo; estar en regla. Hoy nos puede parecer una pregunta infantil, pero si analizamos un poco más, veremos que también ahora también nos planteamos cuestiones así, sólo que las formulamos en con afirmaciones un tanto altivas, del este tipo: "Bueno, yo no creo que pueda haber infierno, no lo veo compatible con la misericordia del Padre ni con la fragilidad humana que se halla en la raíz de nuestros pecados. Y si lo hay, seguro que no hay nadie en él", etc. Son casi tópicos de esas conversaciones pseudo religiosas que surgen en una cena con amigos o colegas.

No seré yo quien se meta a dilucidar la cuestión de quienes van o no van al infierno del que habla el Señor en el evangelio. Como tampoco Jesús parece contestar directamente a la pregunta de su interlocutor. Más bien, como hace a menudo, cambia la perspectiva de su interlocutor. No me preguntes por cuántos se salvan -parece decirle-, o si son muchos o pocos; pregúntame más bien por dónde se entra, cómo se entra en la salvación. Mira bien a ver si  si te esfuerzas por dar con la "puerta estrecha" , o si te estás dirigiendo hacia una puerta ancha y cómoda, pero que conduce fuera del reino.  No vaya a resultar que creyéndose seguro simplemente en tu buena voluntad o en su pertenencia al "campo amigo", de pronto te veas excluido sin llegar a comprender bien por qué, mientras que otros, "venidos de Oriente y Occidente" , entran y se sientan a la alegre mesa del banquete en el ReinoPuesto que sí, (y aquí les ensancha el corazón) vendrán multitudes al Reino: de todos los pueblos, de todas las razas, de todas las mentalidades. Dios quiere que se llene su casa –que es el mundo transformado en Reino- de hijos que aman, que son felices. Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Tú también.
Habéis visto que toda la liturgia nos hablaba hoy de eso. Y en esa variedad nos habla no sólo de variedad geográfica, sino que pienso que abarca y significa también variedad quiere significar también la variedad de todos los caracteres, incluso de la situación moral personal, justos y pecadores (siempre que tengan ‘el traje de bodas’): porque a todos quiere, a todos llama.
Incluso, dice, muchos que parece que son los últimos, los que están más lejos, serán los primeros, entrarán primero. ¡Qué verdad es que muchas veces un converso nos da cien vueltas! . Cuanto más profundo el dolor, más amor. No desesperemos nunca. Y aprendamos de ellos.

¿Qué significa la puerta estrecha?

Pero está lo de la puerta estrecha. En el lugar paralelo de otro evangelio, el de san Mateo, añade una advertencia sobre otra puerta, la ancha. Dice: qué ancha es la puerta y qué facil el camino que lleva a la perdición, y cuántos entran por él. Camino de perdición… no juzgamos nunca, pero existe y uno puede verse en él. ¡Sácame de aquí Señor!, podemos decir, ¡líbrame del maligno!
¿Qué es eso de la puerta estrecha? ¿A qué se refiere? Supongo que con lo de ancha quiere significar lo fácil, lo que no consiste más que en dejarse llevar. Lo más cómodo. La puerta ancha es, pues, la del egoísmo, la del desinterés; aquella por la que va todo el mundo, porque es fácil y no parece perjudicial… La otra, la secreta, que entra al palacio, es precisamente el esfuerzo que se opone, que no se deja arrastrar por el mal ni admite como razón el que "todo el mundo lo hace". La bellísima puerta del amor es, por eso también, la del dolor y el esfuerzo, la estrecha: la de la autenticidad aunque cueste, la de la mortificación cristiana: que no consiste en machacarse, sino en vencerse, en superar la propia flojera. Pedidle al Sr que nos de a todos el dolor de amor, la conversión a su amor, a su búsqueda. Así nos encontraremos caminando a su lado y al lado de todos los hombres de bien del mundo, que buscan descubrir a través de los caminos de la vida, lo que lleva al Reinado de Dios.

(Domingo 22 TO c)


Pablo d'Ors, El olvido de sí

(Editorial Pre-Textos. Autobiografía literaria sobre el beato Charles de Foucauld)




He conseguido terminar este libro a duras penas. No sé ya si leeré alguna vez los escritos de Charles de Foucauld, tal y como me había propuesto hacer cuando comencé esta imaginaria "autobiobrafía", magníficamente escrita por Pablo d'Ors. De momento, no creo que lo haga, porque el bueno de Foucauld me ha dejado agotado. Me ha resultado admirable e incluso fascinante, pero inseguible, invivible. No me extraña que no consiguiera ningún seguidor en vida. Desde luego, ha entrado en mi panteón -no pequeño- de santos admirados; admirados y queridos. El caso es que apenas encuentro rasgo externo de su vida que yo pueda imitar.  A cambio, en su corazón encuentro maravillosos paisajes que caben en el mío (creo que en el de muchos). La 'experiencia del desierto', de los santos del desierto, ha sido una constante en la Iglesia; una experiencia que arrebató a miles los siglos finales del imperio romano, pero que en los últimos siglos ha sido escasa y casi desconocida. Foucauld tiene el mérito de haber puesto en el Sahara, con ropa del siglo 20, a los san antonios del desierto de Tebas.