viernes, 15 de noviembre de 2013

La historia de un publicano

To 31 c 2013

Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». Se apresuró a bajar y le recibió con alegría (Del capítulo 19 del evangelio de san Lucas)

El domingo pasado, a propósito de una parábola inventada por Jesús, hablábamos de fariseos y publicanos. Hoy san Lucas nos presenta a uno de estos pero en vivo y en realidad, en su pueblo y en su encuentro con Jesús. Se nos informa incluso de su nombre: Zaqueo. Se nos dice también que era jefe, y bastante rico. Siempre me ha fascinado la historia de este hombre, al que Jesús encuentra en Jericó, y a cuya casa se invita sin más, y su radical conversión de una vida de pecado como resultado de aquella conversación. 
Jesús descubre a Zaqueo: "¡Zaqueo!"
Cuando Jesús llega al pueblo, Zaqueo sabe quién es, por supuesto. ¡Cómo no va a saberlo; todo el mundo lo sabe! Como nosotros, los hombres de nuestro tiempo. Y desearía verlo, aunque sea a distancia. No sabemos si hubiera tenido mucho o poco interés, quizá tenía curiosidad. En cualquier caso, lo que no se le ocurre pensar que el Señor le conozca a él,  y menos aún que se interese por él. Como nosotros, los hombres de nuestro tiempo. ¿Nunca habéis estado en un concierto o un espectáculo con un famoso? Uno contempla al personaje, con suerte se cruza con él la mirada…, pero no se le ocurre a uno que el personaje le conozca a él. Y ahí llega la sorpresa: Jesús levanta la vista, le mira, y le grita por su nombre: "¡Eh, Zaqueo, baja de ahí, ven!, ¿por qué no me alojas en tu casa?". ¡Le conoce! "Zaqueo…" ¡Me conoce! ¿Cómo sabe quién soy? ¿Quién le ha hablado de mi? ¿Sabe qué soy? ¿Qué le habrán dicho de mi? Jesús nos conoce, nos quiere, nos busca...
No en el fondo no nos lo creemos. De hecho, nuestro problema -el de la humanidad y el de cada uno- no es que no creamos en Dios; es que no creemos que nos quiera. ¡Qué hermoso es el texto de libro de la Sabiduría que hemos leído antes (y que  es en realidad una oración, ¡una preciosa oración!)
Vivir en el pecado
Pero la distancia que Zaqueo siente respecto a Jesús no es el simple saber que Jesús no le puede conocer a él... es que piensa que en realidad sus mundos son totalmente extraños: Jesús es la bondad de Dios en persona, ¡y yo -piensa él- estoy tan lejos...! Yo en cambio vivo en el pecado, es más: del pecado.  Porque, mirad, hay pecado… y hay también "vida de pecado". Un pecado se cura pronto, pero cuando cuando nos metemos en una "vida de pecado", ¡qué difícil salir! A este hombre, que seguramente no es malo, o al menos no peor que cualquiera de nosotros, le ocurre esto. ¿Por dónde salgo? A estas alturas, ¿cómo puedo yo cambiar las cosas? Él querría, pero ¿acaso puede uno cambiar determinadas cosas, sobre todo si hay en mi un 'quiero pero no quiero'? “Mi pena es una pena muy mala, porque yo no quisiera que se me quitara…”, escribió un poeta paisano mio. ¿No os ha ocurrido nunca eso? Pues qué suerte. Pero que sepáis que pasa.
Mirar al Señor
La vida de pecado es muy difícil, muy áspera para el alma, que no se atreve a mirar cara a cara a Dios… Pero este hombre, Zaqueo, hace una cosa maravillosa, que le salva. En realidad, tiene e corazón, no es un malvado. Y sale al camino para ver a Jesús de algún modo; no sabe muy bien por qué, parece como si esperase algo… ¡Qué bonito! A lo mejor no lo necesitáis, pero por si acaso: si alguna vez estáis en esta situación, no ya de haber cometido un pecado, sino de 'estar' en él..  súbete a un árbol para ver Jesús, haz lo que sea; déja que te vea él, ponte a tiro de su mirada. ¿Os acordáis de Pedro en casa de Caifás?: "Volviéndose Jesús, miró a Pedro..."
Decía el Papa a los que están en una situación matrimonial irregular: no os alejéis, no dejéis de orar, de vivir con vuestros hermanos en la fe, de esforzaros en las virtudes, en dar testimonio… El Señor ve el corazón, y además él puede arreglar todo; acordaos de la Virgen de los nudos. "Zaqueo, baja enseguida. Quiero que me hospedes, que me acojas, quiero que hablemos". 
Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, 
y apartas los ojos de los pecados de los hombres 
para que ellos se conviertan. 
 Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, 
... tú eres indulgente con todos, 
ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida
(Libro de la Sabiduría, capítulo 11)


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