domingo, 26 de abril de 2015

Manos Unidas

 (7 de febrero 2015 Campaña de Manos Unidas contra el hambre)

Quería hablaros hoy de la Campaña contra el hambre de Manos Unidas. Me ayuda este evangelio de la Misa que acabamos de leer, que muestra el ambiente de los primeros meses o semanas de la predicación de Jesús en Galilea. La gente se vuelca hacia él casi con ansiedad. Su palabra sobre Dios como Padre, la fuerza de su cariño y atención hacia todos –su caridad-, su poder real contra el príncipe del mal, Satanás, produjo esa especie de conmoción, que les hacía buscarle con ansiedad, que buscaran en él la salud y la liberación de los males y del demonio. Y en verdad, la pobreza, la enfermedad, el abandono, y todos los males que afligen al hombre son siempre como expresión del Mal con mayúscula. Y los hombres ansiamos que vuelva a nosotros el amor con que hemos sido creados: "¡Venga a nosotros tu reino!". La victoria de Jesús contra esos males hacían de su persona en señal de la presencia del Dios salvador.

El hambre entre los hijos de Dios
Hace ahora 55 años que nació Manos Unidas de un grupito de mujeres de Acción Católica en España, precisamente a raíz de una de campaña contra el hambre. Como mucha gente de bien, estaban  ellas consternadas al conocer -a través del desarrollo de los medios de comunicación que se dio en esa época- uno de esos problemas terribles que afligen y hacen llorar a Dios, y que normalmente desconocemos: el hambre de sus criaturas, ¡hambre hasta morir! A aquellas buenas mujeres se les ocurrió una iniciativa: convocar un día de ayuno voluntario, de modo que uno experimentara -aunque fuera sólo durante un día- cada uno lo que significaba no poder comer.
A todos nos tiene que conmover la pobreza, pero todos hemos de “vivirla” un poco para poder conocerla, poder "sentirla" un con ellos, con los que la sufren en silencio. Porque así seremos un poco más desprendidos, un poco menos caprichosos, un poco más austeros, que s la pobreza entendida como virtud: la que que nos libera de ataduras y nos hace capaces de darnos.  Aquel gesto se convirtió en una entidad que aúna esfuerzos, y que es ejemplar en muchas cosas. Por ejemplo, tienen nada menos que 90.000 socios, y trabajan para ellos 4.500 voluntarios por 130 personas contratadas: ¡No hay una ratio semejante en ninguna ong del mundo! Mejor dicho, sí la hay en muchas las eclesiales. No digo que todos tengáis que ser de esta organización ni encauzar vuestra ayuda a través de esta o aquella. Lo que sí digo es que todos tenemos que sentir los problemas de la humanidad sin desentendernos de ellos.  Juan Pablo II escribió en la Novo millenio: "Nuestro mundo empieza el nuevo milenio cargado de las contradicciones de un crecimiento económico, cultural, tecnológico, que ofrece a pocos afortunados grandes posibilidades, dejando no sólo a millones y millones de personas al margen del progreso, sino a vivir en condiciones de vida muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana. ¿Cómo es posible que, en nuestro tiempo, haya todavía quien se muere de hambre; quién está condenado al analfabetismo; quién carece de la asistencia médica más elemental; quién no tiene techo donde cobijarse?"

Señor, no permitas que seamos indiferentes. ¡Que seamos todos como tú!

sábado, 25 de abril de 2015

Tu Cuerpo

Tu cuerpo es preciosa lámpara,
llagado y resucitado,
tu rostro es la luz del mundo,
nuestra casa, tu costado.

Tu cuerpo es ramo de abril
y blanca flor del espino,
y el fruto que nadie sabe
tras la flor eres tú mismo.

Tu cuerpo es salud sin fin,
joven, sin daño de días;
para el que busca vivir
es la raíz de la vida. Amén.

(De la lit. de las horas. Vísperas Pascua)

martes, 21 de abril de 2015

Consagrados a Dios

Purificación de María y Presentación del niño en el Templo

Dios es nuestro dueño
Los días 2 de febrero, a los cuarenta días de la Navidad, se recuerda la presentación ante Yaveh del niño Jesús, en el Templo de Jerusalén, y ofrenda que sus padres ofrecieron como rescate: dos pichones de paloma. La ley de Moisés establecía que todo primogénito varón era propiedad de Dios, y debía ser ofrecido a él. Si sus padres deseaban quedárselo, debían pagar por él un rescate. Era un ritual oscuro y muy antiguo; se remontaba a los orígenes, a la liberación de la esclavitud de Egipto. En la época del Señor se trataba ya sólo de una fiesta ritual, como ocurre con nuestro bautismo. Pero aquella exigencia constituía un fuerte recordatorio de algo que tendemos a olvidar: que la vida es de Dios, y particularmente que los hombres le pertenecemos, porque somos imagen y semejanza suya, hijos de su modo de ser y de su poder, incluso antes que hijos de nuestros padres. En realidad, ellos nos reciben de Dios. Y nos recuerda igualmente que no es sólo que le pertenezcamos, sino que estamos destinados a él, a su servicio, como los soldados de un gran Rey. En realidad, servir a este Rey es en realidad ser libre, es gozar de la verdadera libertad, que no es sólo la de indeterminación, sino sobre todo la de la elección, y la elección acertada. ¿De qué utilidad nos serviría la libertad si no tuviéramos ninguna posibilidad de hacer el bien, acertar?

Consagrarnos
En realidad, todos nosotros, los cristianos, estamos consagrados a Cristo -el hijo del gran Rey- por el bautismo: nos ungieron con su óleo, que precisamente se llama "crisma", lo mismo que en la confirmación: hemos sido consagrados a las buenas obras, como dice san Pablo. Ahora que aflora tanto la corrupción, las obras de destrucción de la vida, la mofa de las personas y sus ideas, la indiferencia ante la dignidad despreciada y olvidada,  es bueno recordar que nosotros somos especiales: estamos consagrados a las buenas obras de Cristo.
Hoy también se recuerda a los consagrados a la Iglesia en algún instituto u orden religiosa, ya sea monástica, de acción misionera o de misericordia: los institutos religiosos… ¡tantos como han ido desarrollándose a los largo de estos veinte siglos, y que tantísimos frutos de santidad y de bien han dado! El Papa precisamente ha querido dedicar este año a la vida consagrada y les ha escrito una maravillosa carta apostólica. El Papa les decía hace poco: «Decid a los nuevos miembros, por favor, decidles que rezar no es perder tiempo, adorar a Dios no es perder tiempo, alabar a Dios no es perder tiempo. Si nosotros consagrados no nos detenemos cada día delante de Dios en la gratuidad de la oración, el vino será vinagre»  

Laicos y religiosos
Hay varios cientos de miles  de religiosos en el mundo, de todos los tipos y colores, en una variedad maravillosa. Recemos por ellos. Es preciso ayudarles, expresarles reconocimiento y apoyo siempre. Y, al mismo tiempo, recordar también que hay una consagración previa: la de los laicos en el mundo, la de todos vosotros. Consagración para su misión también, y su responsabilidad por la propia santificación y la de los muchos. La aparente "indeterminación" de esa consagración no significa que no la tengan, sino que está determinada por las circunstancias personales e irrepetibles de su vida en medio del mundo y su historia. 


domingo, 5 de abril de 2015

Conversión

(En la conversión de san Pablo)

"Saulo, respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas de recomendación para las sinagogas de los judíos de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores de Cristo, los pudiera llevar presos y encadenados a Jerusalén.
Y sucedió que yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo; cayó en tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?". El respondió: ¿Quién eres tú Señor? Y oyó que le decían: "Yo soy Jesús a quien tú persigues

Mañana se conmemora en la liturgia la Conversión de san Pablo. Pocos santos tienen en la liturgia dos conmemoraciones, pero es que la conversión de este joven y fogoso rabino de la tribu de Benjamín, marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia primitiva, como sabéis.
Debió una conmoción entre sus coetáneos, desde luego. Pero incluso dentro de la propia Iglesia fue un gran don de Dios. Por eso nosotros hoy lo recordamos con gratitud. Aún conmueve profundamente su historia, y las diecisiete epístolas que conservamos suya forman parte de nuestras sagradas escrituras.

De Saulo a san Pablo
Como recordáis, su conversión de Pablo fue casi instantánea y producida por un acontecimiento milagroso, de carácter espiritual: un fenómeno en parte empírico y en parte psíquico-espiritual: se dirigía a Damasco en esa especie de tarea de debelar a la secta de "los nazarenos" que se había impuesto a sí mismo,  cuando en una visión interior deslumbrante tuvo la experiencia de la presencia de Jesús que le hablaba: "¿Por qué me persigues...?"
Pablo recordaría toda su vida ese amoroso reproche. 
Todavía se dan las conversiones, y muy numerosas, aunque no conozcamos. Yo he sido testigo de varias, y siempre emocionan y te fortalecen. Pero hoy podríamos pedir también a Jesús que nos convierta a nosotros. Porque, como decía san Josemaría, no nos convertimos una sola vez, son sucesivas conversiones lo que nos va acercando a Dios; no nos convertimos de una vez para siempre. 

¿Debo yo convertirme? ¿En qué?
El Papa Francisco usa a veces esta expresión -convertirse- cuando dice que indica que es preciso hacer alguna reforma institucional: "hay que convertirse", dice, y resulta que se refiere a reformar la estructura de los tribunales o del modo de ejercer el mismo papado.
Y es cierto que todos tenemos que convertirnos, y nos vendría bien hacerlo más a menudo. Desde luego lo hacemos cuando revivimos el papel del hijo pródigo después de faltar o cometer un pecado. Pero creo que también podríamos hablar de conversión en otro sentido: cuando se trata de un planteamiento más general de nuestra vida, y no sólo una sola falta. Por ejemplo, cuando descubro y reconozco que soy perezoso, o un poco tibio, o comodón, o que soy orgulloso, o que no tengo bien enfocado el trabajo, o que no soy austero con mis gastos… Y  eso es más propiamente una conversión, un verdadero descubrimiento que nos hace cambiar y corregir el rumbo de nuestra vida, o de un aspecto del carácter. Sin carácter, sin mejoras en el carácter, es muy difícil ser santo, ser cristianos de verdad.
La Iglesia entera avanza al ritmo de nuestras conversiones. Y como la conversión de Saulo le otorgó el regalo de un apóstol, el número 13, nuestra conversión le llevará también una alegría a tantas personas, será parte de la buena nueva, del Evangelio;  y en primer lugar llenará de alegría el corazón de tu padre Dios, de María, de tu ángel, y de todos los santos que te contemplan.