(19 de julio 2015 Dom 16 TO)
Le contaron lo que habían hecho
Como os decía, este capítulo 6 del evangelio de san Marcos es especialmente bonito, porque nos recuerda el primer envío que hizo Jesús de aquellos 12. De ahí hasta nuestros días ¡cuántos "envíos"! Como vosotros mismos. No eran aquellos muy diferentes, y puede que sintieran un cierto vértigo. Hoy, sin embargo, nos narran su regreso, y cómo le cuentan lo que les ha sucedido. En otros evangelistas el relato refleja el entusiasmo que sentían: "hasta los demonios se nos sometían en tu nombre...!", le dicen asombrados. Y yo pensaba si nuestra oración no podría también ser así, porque a menudo me parece que es rutinaria, obsesiva con lo nuestro, carente de alabanza y de emoción. De todo ha de haber, pero me gustaría que fuese así, de amigo que comparte. Quizá la oración no llegue a ser verdadera hasta que no lleguemos a esa confianza, a ese realismo del trato con él.
"Venid y descansad"
A mi me gusta también especialmente ese detalle del Señor, que les invita a descansar, a ir con él a un lugar grato y descansar, pasar la tarde tal vez. ¡Qué humano es Dios, hasta nos ordena el descanso! Les invita a un descanso "con él". Quizás un descanso sin Dios no sea un verdadero descanso (un descanso en el que uno deja todo y a todos, y va a lo suyo o a nada: a pasar de todo y pensar sólo en sí mismo); eso sería más bien un egoísmo programado, o un simple abandono de nuestros deberes…
"Venid vosotros solos..." : Él nos invita a un descanso como el suyo: se preocupa de ellos y les atiende. Tal vez eso sea un descanso como el suyo: ocasión para ocuparse más de tus amigos, de tu familia, de su descanso, de su formación. Tengo un amigo que comenzó sus vacaciones mandándome fotos tirándose al mar desde unas rocas con sus hijos, pero últimamente sólo me manda selfies desde una hamaca...
Al desembarcar, vio una muchedumbre esperando
Luego está la segunda parte del evangelio, donde nos dice cómo al llegar se encontró con que una pequeña multitud que le estaba esperando… Como un perrillo a su amo. Le quieren, le necesitan. A Jesús le viene al recuerdo un texto de un escritor profeta, que hemos leído en la primera lectura: ¡se encuentran como ovejas sin pastor! Y se pone a enseñarles, se olvida de su cansancio, o desaparece, porque está con ellos y los quiere. No hace mucho hablábamos de los buenos pastores, pero hoy podríamos fijarnos también en esas "buenas ovejas", que buscan al Señor, que hacen el esfuerzo de ir, de pedir mudamente el alimento de la palabra, de la sonrisa con que le reciben y la alegría con que le escuchan, que les hace olvidarse incluso de comer. Buscan la palabra incluso antes que el pan; ha aprendido que no sólo de pan vive el hombre, cosa que es una gran verdad, y no simple poesía: la satisfacción de lo material no siempre nos hace mejores, al menos no necesariamente. En cambio, el pan de vida -y que garantiza para todos el otros pan- es el del alma, es la bondad, el espíritu de justicia, el perdón y el pedir perdón… "El Señor es mi pastor, nada me falta..." Por su parte no hay duda. Pues que nosotros le nombremos y le hagamos realmente pastor nuestro, maestro, médico y amigo. Que muchas veces al día realicemos esa comunión espiritual.