(13 marzo 2016 Día del Seminario)
Día del Seminario
Hoy se celebra en la Iglesia en España dedica al Seminario este domingo previo a San José, que es su patrón y como el padre de los seminaristas, como lo fue de Jesús. Como sabéis, los seminarios son los centros de formación para los futuros sacerdotes. Por eso todos procuramos cuidarlos como a la niña de los ojos, en todos los sentidos: tanto en lo material y como en lo espiritual. La colecta de hoy la entregaremos al obispo para el mantenimiento del seminario. Tener un seminario resulta bastante caro, porque no es ICADE ni nada por el estilo, en donde se pueden cobrar unas tasas casi sin límete a los alumnos. Aquí nos interesa que ingresen los que den señales de vocación y no sólo los que tengan medios materiales para pagar.
Laicos y sacerdotes
Querría haceros notar que la Iglesia no somos los sacerdotes, sino vosotros los cristianos, los discípulos del Señor. Y que la santidad de la Iglesia depende de vuestra santidad y no de la de los sacerdotes. Y lo mismo la misión de la Iglesia en el mundo –sal de la tierra-, que también está en vuestras manos, por voluntad de Cristo. Pero los sacerdotes hacen presente a Cristo entre vosotros, dentro de la Iglesia. Traen a Cristo sobre el altar, predican por toda la tierra la buena nueva, como Jesús y en su nombre; perdonan los pecados en nombre de Jesús; acompañan a los enfermos y les llevan el consuelo de la compañía de Jesús… Así que sin sacerdocio no hay Iglesia. La Iglesia sois vosotros, pero lo que os hace ser Iglesia es Jesús-entre-vosotros; y eso es lo que se realiza en el sacerdocio. No por ellos, desde luego, sino sacramentalmente, por el encargo del mismo Señor. Jesús llamó a doce de sus discípulos y los convirtió en sacerdotes suyos: id y predicad, id y bautizad, haced esto en memoria mía, a quien perdonéis los pecados les quedan perdonados… La Iglesia –vosotros- necesita sacerdotes, necesita personas que asuman ese encargo de Jesús.
Algunas cifras
En la Iglesia hay actualmente algo más de cuatrocientos mil sacerdotes aproximadamente. ¡Son muchos,! gracias a Dios; aunque pocos si consideramos el número total de católicos. "La mies es mucha, pero los obreros pocos", observó Jesús, y añadió: "Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies".
El Señor sigue llamando a jóvenes, como entonces "al pasar junto al mar de Galilea", y gracias a Dios muchos siguen respondiendo. En el mundo hay unos ciento dieciséis mil. En Madrid son actualmente ciento cuarenta y seis. Si Dios quiere, este año serán ordenados sacerdotes quince de ellos.
Vuestras familias
El Señor ha llamado a algunos chicos de entre vuestras familias -hay tres seminaristas que proceden de esta parroquia, de vosotros-, y esto es una maravilla. Pero la Iglesia necesita más, a pesar de estas cifras: rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Orar. Todos los días orar pidiendo al Señor: envíanos sacerdotes. Ayudad vosotros a llamarlos; sed instrumentos de la llamada: decídselo a los amigos, a vuestros hijos, a vuestros vecinos. Para que a través de vosotros suene la voz. Y no pongáis demasiadas dificultades si alguno de vuestros hijos os lo pide. ¡Ya las pondrá la vida, las dificultades! Incluso en el seminario se les pondrán dificultades, no facilidades… Demos siempre vocaciones sacerdotales a la Iglesia. Es lo más grande que nuestra parroquia le puede ofrecer a Jesús, y a la Iglesia entera.
Día del Seminario
Hoy se celebra en la Iglesia en España dedica al Seminario este domingo previo a San José, que es su patrón y como el padre de los seminaristas, como lo fue de Jesús. Como sabéis, los seminarios son los centros de formación para los futuros sacerdotes. Por eso todos procuramos cuidarlos como a la niña de los ojos, en todos los sentidos: tanto en lo material y como en lo espiritual. La colecta de hoy la entregaremos al obispo para el mantenimiento del seminario. Tener un seminario resulta bastante caro, porque no es ICADE ni nada por el estilo, en donde se pueden cobrar unas tasas casi sin límete a los alumnos. Aquí nos interesa que ingresen los que den señales de vocación y no sólo los que tengan medios materiales para pagar.
Laicos y sacerdotes
Querría haceros notar que la Iglesia no somos los sacerdotes, sino vosotros los cristianos, los discípulos del Señor. Y que la santidad de la Iglesia depende de vuestra santidad y no de la de los sacerdotes. Y lo mismo la misión de la Iglesia en el mundo –sal de la tierra-, que también está en vuestras manos, por voluntad de Cristo. Pero los sacerdotes hacen presente a Cristo entre vosotros, dentro de la Iglesia. Traen a Cristo sobre el altar, predican por toda la tierra la buena nueva, como Jesús y en su nombre; perdonan los pecados en nombre de Jesús; acompañan a los enfermos y les llevan el consuelo de la compañía de Jesús… Así que sin sacerdocio no hay Iglesia. La Iglesia sois vosotros, pero lo que os hace ser Iglesia es Jesús-entre-vosotros; y eso es lo que se realiza en el sacerdocio. No por ellos, desde luego, sino sacramentalmente, por el encargo del mismo Señor. Jesús llamó a doce de sus discípulos y los convirtió en sacerdotes suyos: id y predicad, id y bautizad, haced esto en memoria mía, a quien perdonéis los pecados les quedan perdonados… La Iglesia –vosotros- necesita sacerdotes, necesita personas que asuman ese encargo de Jesús.
Algunas cifras
En la Iglesia hay actualmente algo más de cuatrocientos mil sacerdotes aproximadamente. ¡Son muchos,! gracias a Dios; aunque pocos si consideramos el número total de católicos. "La mies es mucha, pero los obreros pocos", observó Jesús, y añadió: "Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies".
El Señor sigue llamando a jóvenes, como entonces "al pasar junto al mar de Galilea", y gracias a Dios muchos siguen respondiendo. En el mundo hay unos ciento dieciséis mil. En Madrid son actualmente ciento cuarenta y seis. Si Dios quiere, este año serán ordenados sacerdotes quince de ellos.
Vuestras familias
El Señor ha llamado a algunos chicos de entre vuestras familias -hay tres seminaristas que proceden de esta parroquia, de vosotros-, y esto es una maravilla. Pero la Iglesia necesita más, a pesar de estas cifras: rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Orar. Todos los días orar pidiendo al Señor: envíanos sacerdotes. Ayudad vosotros a llamarlos; sed instrumentos de la llamada: decídselo a los amigos, a vuestros hijos, a vuestros vecinos. Para que a través de vosotros suene la voz. Y no pongáis demasiadas dificultades si alguno de vuestros hijos os lo pide. ¡Ya las pondrá la vida, las dificultades! Incluso en el seminario se les pondrán dificultades, no facilidades… Demos siempre vocaciones sacerdotales a la Iglesia. Es lo más grande que nuestra parroquia le puede ofrecer a Jesús, y a la Iglesia entera.