martes, 20 de septiembre de 2016

SANTOS EN MEDIO DEL MUNDO. En la fiesta de san Josemaría

(26 de junio 2016)

Mañana 26 de junio, día de elecciones al parlamento, es un día importante para nuestro país. Siguiendo la tradición apostólica, rezaremos especialmente por el éxito de la consulta electoral y pediremos la bendición de los gobernantes que salgan de ella.
También es hoy, como sabéis, la fiesta litúrgica de san Josemaría, a quien la diócesis de Madrid dedicó esta parroquia. Es nuestra fiesta, de nuestro patrono. Aquí, en Madrid, vivió y trabajó durante diecinueve años claves para comprender su vida: de 1927 al 1946; o sea de los 25 a los 44 años. Luego se trasladó a vivir a Roma y allí falleció en 1975, tal día como mañana. Por entonces vivía yo en Roma, así que lo recuerdo bastante bien. Aquí en Madrid recibió su vocación el 2 de octubre de 1928. Era el martes 2 de octubre, el segundo día de un retiro espiritual que había comenzado el día anterior. Acababa de celebrar la santa Misa y se había recogido en su habitación para orar y meditar las anota­ciones que había ido escribiendo en los últimos meses, cuando recibió la inspiración de Dios. Lo recuerda en su diario pocos años después (2X1931):
"Recibí la iluminación sobre toda la Obra, mientras leía aquellos papeles. Conmovido me arrodillé estaba solo en mi cuarto, entre plática y plática di gracias al Señor, y recuerdo con emoción el to­car de las campanas de la parroquia de N. Sra. de los Ángeles".
San Josemaría es un santo fundador, como lo han sido varios españoles a lo largo de la historia; los más conocidos e importantes, desde luego, han sido san Ignacio y santo Domingo. Aunque San Josemaría no fundó una orden religiosa, sino que se propuso desde entonces una movilización de cristianos laicos, que asumieran que la vocación al servicio de la Iglesia también se podía y debía desarrollar en el ejercicio del propio trabajo, en el propio hogar, en la actividad cultural, política, en la amistad… Agrupados al principio como una simple asociación de fieles, Juan Pablo II los constituyó en una estructura eclesial: una prelatura de carácter personal, no territorial, y los puso bajo la autoridad de un prelado de la Iglesia -un obispo, digamos- para que les dirigiera y formara en esa misión.
San Josemaría estaba convencido de que las continuas crisis y choques culturales que se sucedían en Europa y el mundo podían deberse a que muchos cristianos laicos eran, sí, piadosos, pero no se tomaban tan en serio como la piedad la transformación cristiana del mundo desde dentro, desde un trabajo bien hecho, desde una configuración de la sociedad -de la vida social, del arte, del entretenimiento- más cristianos…
"Estas crisis mundiales son crisis de santos. Dios quiere un puñado de hombres suyos en cada actividad humana", escribió; así viene el reino de Cristo. Santos en medio del mundo... Ojalá lo seamos todos los que estamos en esta parroquia, todos los que hoy participamos de esta eucaristía.


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