domingo, 31 de mayo de 2020

Pentecostés

¡Oh llama de amor viva, 
que tiernamente hieres 
de mi alma en el más profundo centro!; 
pues ya no eres esquiva, 
acaba ya, si quieres; 
rompe la tela de este dulce encuentro. 

¡Oh cauterio suave! 
¡Oh regalada llaga! 
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!, 
que a vida eterna sabe 
y toda deuda paga; 
matando, muerte en vida la has trocado. 

¡Oh lámparas de fuego, 
en cuyos resplandores 
las profundas cavernas del sentido, 
que estaba oscuro y ciego, 
con extraños primores, 
calor y luz dan junto a su querido! 

¡Cuán manso y amoroso 
recuerdas en mi seno, 
donde secretamente solo moras, 
y en tu aspirar sabroso 
de bien y gloria lleno, 
cuán delicadamente me enamoras! Amén. 

S. Juan de la Cruz

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