jueves, 20 de agosto de 2015

Eucaristía: somos lo que comemos

(2 de agosto Dom b de TO)
Queridos: durante este mes, en la misa dominical se interrumpe como veis a san Marcos y se le pide prestado a san Juan su capítulo sexto, porque es el más explícito sobre el sentido y la realidad del pan eucarístico. Lo podéis leer también por vuestra cuenta. Si uno tiene dudas sobre el sentido y la realidad de la eucaristía, debería leerlo.


Un milagro con mensaje

Cuando Jesús hace el milagro de darles de comer, ven en él alguien prodigioso, potente. Y esperan convencerle de que se convierta en su rey. Él, sin embargo, se oculta y todos regresan al punto de partida, Cafarnaun. Les ocurre como a nosotros. Aspiramos a tener en Dios como aliado, por así decir; y cuando parece que no es así, perdemos el interés por sus cosas. Apenas pensamos, en cambio, que quizá es él el quien necesita de nosotros. Para él, multiplicar el pan no es tal vez tan difícil como cambiar los corazones de los hombres, que es lo que, entre otras cosas, resolvería de verdad el hambre del mundo. Pero para eso necesita de nosotros.


El verdadero alimento del hombre

Al día siguiente encuentran a Jesús en la sinagoga de Cafarnaun, y se llenan de sorpresa porque no se explican cómo ni cuándo ha regresado. Le saludan respetuosamente, incluso con cierta adulación, pero Jesús parece responderles con un reproche, que a lo mejor también nos lo hace a nosotros: habéis visto el "signo", pero no habéis comprendido el mensaje. Ellos se sienten entonces como acosados, y le piden que realice una señal, un milagro que sirva de prueba, y así confiarán definitivamente en él y le harán rey de ese Reino de Dios que predica; y aducen como ejemplo que los israelitas creyeron en Moisés a consecuencia del milagro del maná. Jesús les recuerda que el milagro no fue de Moisés, sino de Dios, mi Padre. Y les asegura que él es el verdadero pan del cielo, porque pan del cielo es el que viene del cielo para dar vida a los hombres. Fijaos en que no les habla aún del misterio de su presencia en el pan eucarístico, sino que les dice que él -su persona- es el verdadero pan del hombre, el que da vida. Pan de vida es el que baja del cielo y es capaz de dar una vida nueva al hombre, el que es capaz no sólo de mantenerle en su ser, sino cambiarlo desde dentro.


"Somos lo que comemos"

A mi me produce una profunda admiración –no sólo emoción- el razonamiento de Jesús y la verdad existencial que encierran sus palabras: lo que hace vivir al hombre no es el pan (ni siquiera el jamón), pues la vida es más que la comida,y el cuerpo más que el vestido… El alimento del alma, del corazón, de la inteligencia, del carácter es el verdadero alimento. Y el hombre necesita ese alimento: vosotros y yo. Vamos al gimnasio, tenemos nuestro manager personal, nuestro esteticista, nuestro entrenador… pero no cultivamos el carácter cristiano, la inteligencia cristiana, la fortaleza cristiana, el arte cristiano en nuestra vida.  Cultivar el carácter cristiano, la inteligencia cristiana, la piedad cristiana: alimentarnos de Cristo. Soy consciente de haber aconsejado tantas veces que alimentemos nuestra vida con la Palabra, y lo repito. Pero también quería deciros que alimentarse va más allá del simple engullir; es asimilar, hacerse uno ("somos lo que comemos", decía un famoso bromatólogo, haciendo famosa la expresión. "Eres lo que oyes", decían los de Europa FM, tal vez exagerando un poco). Si nos alimentamos de Cristo  y vemos nuestra vida llena de antipatías, poltronería..., habría entonces que mirar a ver si realmente asimilamos nuestros actos de piedad y de formación. Pongámonos siempre metas, tengamos la ilusión en alimentarnos de la vida del Señor, para así poder darla.