sábado, 25 de enero de 2014

Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Conversión de san Pablo
En el Octavario por la unidad de los cristianos

El próximo sábado se celebra una fiesta en recuerdo de la conversión de Saulo de Tarso, fariseo educado en Jerusalén –era apenas adolescente cuando Jesús fue crucificado- que participó sin embargo activamente en lo que puede calificarse como primera persecución de cristianos en la historia: la que comenzó con el juicio y lapidación de san Esteban.
Persecución    
En Jerusalén, algunos grupos de judíos llegaron a odiar y considerar una secta a los “nazarenos”, como llamaban despectivamente a los que manifestaban fe en el mesianismo del Señor, que formaban un grupo cada vez más numeroso. Eran pacíficos, alegres, y generosos. Se querían entre ellos y vivían la caridad y la ayuda. Habían logrado una cierta organización, y empezaban a tener adeptos por otros sitios de Palestina –como Joppe, Cesarea, Jafa, Lidda, Sidón y Damasco
Estas cosas pasan. Empezaron a ser mirados con suspicacia y finalmente con rencor por muchos letrados, que también esperaban y estudiaban y querían el Reino. Cosas que pasan. Dios crea unidad, pero a los hombres nos cuesta un Congo: siempre tenemos que decir la última palabra, siempre tenemos que mandar, siempre tiene que estar por encima mi grupo, mi punto de vista…
Divisiones
En la semana que nos encontramos, la Iglesia celebra un Octavario de oración por la Unidad entre los cristianos. Nos ocurre entre nosotros ahora, y ha ocurrido antes en la historia: En el VI se separaron tres grandes Iglesias (Armenia, Siria y Egipto) con motivo de las discusiones sobre la naturaleza propiamente humana del Señor. En el undécimo, todos los de lengua griega, por razón del primado; en el decimosexto la escisión se produjo en el Norte y Centro de Europa, con la crisis de la libre interpretación de la Escritura y la acción de la gracia… Es doloroso; es posible que no estas cosas se pueda evitar del todo en directo, pero seguro que podríamos tener el corazón más abierto, no dejarnos arrastrar por prejuicios de grupo, de clase, de raza. Siempre tendría que ser posible buscar la unidad de la oración y del amor, del estudio desapasionado, de la comprensión con los fallos o imperfecciones ajenos.
Conversión y revelación
San Pablo se convierte por una intervención directa de Dios en su mente. Ocurre durante un viaje de persecución a Damasco: una luz le ciega y le derriba, y tiene una visión gloriosa de Jesús que le pregunta por qué tanta saña, por qué le persigue. Al reflexionar sobre el suceso extrae una conclusión: Jesús está vivo y lo estará siempre. Al comprender que es el esperado, el Mesías, se somete a su voluntad. A este episodio –trascendental para la primera Iglesia- se le suele llamar "conversión" , una palabra con gran prestigio entre nosotros, los cristianos; aunque habría que decir que de lo que se trata aquí es más bien la revelación particular de Cristo. San Pablo no era un hombre ateo, al que le faltara fe ni compromiso, lo que le faltaba era tal vez caridad hacia sus compatriotas y humildad para no enrocarse en una posición prejudicial disfrazada de dogma. Es preciso abrirse a la revelación de Dios, que es lo que nos convierte, lo que nos transforma. Es preciso vigilar siempre las celotipias, las descalificaciones... Ahora me llegan a veces comentarios de pequeñas discusiones sobre el Papa Francisco: que si me gusta más, que si me gusta menos... ¡¿Pero, qué es esto?! No os recuerda al "Yo soy de Pablo, yo de Cefas, yo de Apolo..." que escandalizaba y entristecía a san Pablo? Siempre unidos en Cristo, siempre orando juntos, siempre atentos a la voz del Señor, siempre unidos a nuestros hermanos y al santo Padre.



miércoles, 22 de enero de 2014

"Mirad a mi siervo, a quien sostengo"

Bautismo de Jesús 2014

Así dice el Señor:  «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones.
No gritará, no clamará, no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará.    Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Del capítulo 42 del libro de Isaias

Hoy recuerda la Iglesia el bautismo de Jesús y la revelación de su misterio a Juan el bautista, hechos localizados en el tramo inferior del Jordán, cerca de Jericó y a unos 50 km de Jerusalén, muy cerca del vado por el que, al comienzo de su historia, los israelitas habían cruzado el río al llegar de Egipto.

¿Qué es bautizarse?
   La palabra bautizo evoca para nosotros una fiesta familiar. Aquí en esta parroquia hay muchos, como podéis comprobar al ver las tarjetitas de cada uno que cuelga del árbol de navidad, y es una maravilla. Veo por aquí algunos de los pequeños cristianos que habéis entrado en la Iglesia precisamente aquí. ¡Y otros no tan pequeños, como Mauro!. Ahora mismo se está confirmando una de nuestra parroquia en El Buen Suceso...
   El bautizo de Jesús al que se refiere el evangelio de hoy no fue una fiesta familiar así, claro. No se trataba de ninguna fiesta ni de la entrada en la Iglesia. Al practicar el bautismo Juan usó un rito místico de purificación muy antiguo. Ese sumergirse en el agua y emerger de nuevo quería significar en la cultura antigua la muerte a una vida moralmente vieja y caduca y el comienzo de una nueva; también quería indicar la limpieza de toda impureza interior, un nuevo nacer. Juan lo usó para expresar que, al confesar los propios delitos y pecados, uno asumía su necesidad de ser purificado por el Mesías... Era, pues, un acto de humilde sinceridad  y de confianza, de conversión. Y de alegría, también, claro; de entrada en una nueva comunidad maravillosa del Cristo, ya a las puertas... 

Bautizarse en Cristo
   Jesús, desconocido, acude allí desde Galilea, a escuchar al profeta, y se presenta ante él para ser también bautizado. Juan, inspirado por el don profético que lo habita, descubre en su pariente al Ungido, y se resiste a la petición: "eres tú el que quita el pecado, yo debería ser bautizado por ti"... Pero el Señor insiste: "no, así es como debe ser, así empieza la salvación: por la humilde sinceridad. Así quitaré el pecado: bajando yo a vuestro encuentro, caminando con vosotros, recorriendo el camino que vosotros habéis de recorrer"… Es muy bonito. O mejor, ¡es impresionante!, porque así es como quiere él que hagamos los cristianos con nuestros hermanos los hombres: salir a su encuentro y acompañarles con amor en su recorrido de conversión. 
   Es una maravilla: al bautizarnos nosotros como hizo él, nos insertamos en su propia historia, en la historia del Hijo. El Padre nos acoge como a él –como otro hijo-, e infunde en nuestro espíritu el de su Hijo, el santo Espíritu divino… Por eso el bautismo de una persona es siempre una fiesta, una gran alegría para los cristianos. A mi me gusta mucho -entre las fórmula de la entrada optativas que hay en el ritual- aquella en que el párroco pregunta a los padres o padrinos: "¿Qué pedís para vuestro hijo?", y ellos responden: "La vida eterna". ¡Nada menos!

Nuestro bautismo
   En el bautismo de Jesús, por eso, recordamos también el nuestro. Un día, en nuestro nombre, pidieron ese grandioso don. Sin él, estaríamos también sin la luz de la fe, y tal vez a merced de los enemigos del alma, que son mucho más poderosos e inteligentes que nosotros… Es muy bonito recordar el propio bautismo al usar el agua bendecida: "Que esta agua bendecida sea para nosotros salvación y vida", decimos al santiguarnos con ella. Es el mejor exorcismo. Pero también es bueno recordar lo que el bautismo tiene de compromiso de amor y de misión en el mundo, y así poder renovarlo personalmente muchas veces. Compromiso de amor a Jesús -vida interior-, y a los hermanos. Y compromiso de misión, de tarea. ¿Cómo participo yo en la misión?, podemos preguntarnos ahora. Aquí veo jóvenes con planes para este verano, pero también lo es el coro o la catequesis o apostolado personal, o las decisiones que vamos tomando en el trabajo, en la familia, en la vida política, en el mundo… El Bautismo de Jesús fue el comienzo de su misión mesiánica. Que su recuerdo hoy sea nuestro recomienzo.

jueves, 16 de enero de 2014

Donde menos se espera, Dios aparece

Epifanía 2014


Aparece Dios
Como sabéis, "epifanía" es un término griego que expresa la revelación de algo real y maravilloso que sin embargo se encuentra hasta ese momento oculto. Lo divino, que latía oculto en la creación entera, se manifestó con la encarnación y el nacimiento del Verbo, hecho hombre en el seno una mujer de Israel. Eso es lo que nos quiere decir hoy la liturgia navideña, y, para explicarlo, acude al relato maravilloso de este suceso ocurrido durante la infancia de Jesús: un grupo de gente extraña, magos del oriente zoroástrico, se presenta a las puertas de la casa de Belén donde José se ha instalado junto con María y el niño.
Esos hombres, realizan un largo viaje conducidos por la extraña nueva luminaria descubierta en el cielo -según explican a Herodes- y adoran al pequeño al estilo oriental y le ofrecen dones. A los ojos de la Iglesia primera aquí estaba representada la humanidad entera, todos los pueblos, que buscan a Dios en la oscuridad, escudriñando cualquier señal o huella de su presencia, y lo encuentran en el Cristo, el Mesías de Israel, y se postran ante él con reconocimiento y gratitud; porque, como diría Jesús ya adulto, "el que busca, encuentra". Y aquí tenemos la primera idea para hoy: buscar. Y también, ayudar a buscar; no ser como Herodes, ni como esos sabios que sí, sabían dónde estaba dicho que nacería el Mesías, pero no hicieron nada por encontrarse con él, porque en el fondo su fe era hueca: no creían en él.

Regalos para el Salvador 
Los regalos que hoy reciben los niños quieren recordar los dones que recibió el niño de Belén en su humilde casa, pues el relato parece indicar que vivían ya en una casa. Puede que hubieran pasado meses desde el nacimiento, y desde luego allí intentó sorprenderles Herodes. Nos gustaría a nosotros hacerle también regalos, ofrecerle dones. ¿Qué le podría agradar de mi?, me puedo preguntar. ¿Qué le alegraría? ¡Sorpréndele! A veces hay disgustos el día de reyes porque no siempre aciertan… ¿Cómo acertaré yo con Dios? Esta podría ser la segunda idea.

El viaje interior
Y una tercera: cada uno tiene que realizar como un viaje interior -como los Magos- en la vida, tiene que recorrer un camino. En todas las cosas humanas es así; pensad en una carrera, o un enamoramiento, o el poner en marcha una empresa, o emprender un viaje: lo grande y bonitas no se consiguen de golpe, aunque haya golpes de luz, sino recorriendo unas etapas, que resultan también ser un proceso interior. A san Josemaría le gustaba ver la vida espiritual como un camino. Y cuando uno se pone en camino no puede llevarse todo. Ni siquiera todo lo bueno y útil. Como dice una canción popular argentina: "No eches en la maleta lo que no vayas a usar / Son más largos los caminos pa el que va cargao de más". En el camino interior se hacen elecciones y también es preciso dejar atrás cosas, no porque sean malas, sino porque es preciso navegar... No se puede estar seguro ni mantener abiertas todas las posibilidades, pero siempre podemos dirigirnos por la estrella -incluso si nos hemos equivocado al principio-, por las luces de Dios, que pueden discernirse en la conciencia y con el estudio y el empeño en seguir buscando.

Hay otra cosa que me llama la atención en la liturgia de hoy: el notable contraste que presenta entre la promesa que hemos leído de Isaías y la realización tan modesta que ve Mateo. A algún crítico le parecerá una caricatura, y sin embargo, para evangelista  –y para nosotros- no lo es. Porque las cosas de Dios no siempre son muy aparentes ni tienen un poder que se imponga, sino que llaman al corazón, y sólo las descubre un corazón limpio.  

lunes, 13 de enero de 2014

San Hilario de Poitiers



13 de enero


Bishop of Poitiers. Born in 315, to wealthy pagan parents, Hilary became an orator, married and had a daughter, Afra.

After a long process of study, he became a Christian in 350 and devoted the rest of his life to the Church. In 353 he was chosen as bishop. St Hilary was an outspoken champion of orthodoxy against the Arian heresy. He took part in the Synod of Bitterae in 356 and the council of Selucia in 359. He was exiled to Phrygia under the Emperor Constantius from 356-360. In 364 he successfully refuted the arguments of the Arian Bishop of Milan Auxentius.

St Hilary was described by his contemporaries as gentle, courteous and friendly. His principle writings are De Trinitate - a treatise against the Arian beliefs, De Synodis, and Commentaries on the Psalms and St Matthew's Gospel.

His feast begins the terms for some law courts and universities. Three churches are dedicated to him in England. He was named a Doctor of the Church by Pius IX in 1851

jueves, 9 de enero de 2014

Ofrecimiento de obras


Buenos días, Señor de la mañana. A ti te busco al despertar: gracias por el nuevo día. ¡Gloria a ti  desde toda tu creación!
Bendice la labor que haremos en nombre de tu Hijo, bendice el trabajo humano: danos tu santo Espíritu
Te ruego que dirijas mis obras; hazme santo, haz puras mis obras
Pongo en tu altar mis pensamientos, deseos, amores, y mis obras, para que todo lo purifique tu compasión y tu  eficaz palabra
Dame el discernir favorable a mis hermanos, el pensar siempre bien de ellos; venerar en todo hombre y  mujer el reflejo de tu imagen, y tu presencia
Protege a tus servidores, rechaza a satanás lejos de ellos
Santos patronos de la Iglesia y de mi familia, rogad a Dios por mi.
Oh, Señora mía...


martes, 7 de enero de 2014

Haciendo memoria en Éfeso

2º domingo navidad

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
(...)
Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios.
Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal,ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
(Del capítulo 1 del evangelio de san Juan. Resumen)

Dios Hombre
Veis que en este segundo domingo navideño se lee este texto del Evangelio de san Juan, que tiene un cierto sabor filosófico y por eso nos sorprende un tanto. Este evangelista es uno de los doce apóstoles, como sabéis: el más joven y amado por Jesús. Al parecer murió muy anciano ya, en Éfeso. Poco antes escribió su propia narración evangélica, pero antes de la narración propiamente dicha, colocó este discurso, que parece querer ser como el resumen de todo lo que luego iba a contar. Viene a decirnos: ¿Queréis saber qué es lo más maravilloso en todo lo que os voy a contar acerca de Jesús de Nazaret?
Pues que en Jesús el Verbo divino se hizo hombre, y así Dios habitó ya para siempre entre nosotros. 
A Dios no le ha visto nadie, nadie puede verlo, porque ver es abarcar, y nadie puede contemplarlo por completo. Fue él quien se nos lo reveló, al encarnarse su Verbo. Nos reveló su presencia en el mundo, su solicitud por nosotros, nuestra semejanza y su amistad. 
En Cristo, uno de la Trinidad nos ha mostrado, de un modo humano, la forma de ser de Dios. Eso nos llena de esperanza, nos hace confiar en su comprensión. También nos hace respetar mejor a los demás, porque hay en ellos como una huella del modo de ser divino, y una relación con él.

Acampar en medio
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros: se hizo hombre, se hizo humano. Emplea un verbo de significado grato y evocador para los judíos, acampar: acampó entre nosotros. A nosotros lo de acampar nos suena a algo deportivo, pero a ellos les traía recuerdos de su época nómada y cómo algún clan se unía a ellos y se les permitía acampar en medio de los demás, se les acogía. O tal vez la misteriosa tienda vacía que Yahveh ordenó instalar a Moisés en medio de las acampadas del pueblo, para que recordaran su presencia y su Alianza. Cuando iniciaron su éxodo hacia la tierra prometida, les dijo: hacedme una tienda… yo viajaré junto a vosotros. Acampó entre ellos, puso su tienda entre las nuestras. Ahora -nos dice el evangelio- al encarnarse el Verbo en la persona de Jesús, Dios ha acampado entre nosotros de un modo inimaginable: ha vivido totalmente nuestras vicisitudes, nuestra propia vida, para que a través de lo visible lleguemos a lo invisible. Posiblemente de ahí venga la costumbre de velar el sagrario y llamarlo "tabernáculo"... Esa "tienda" nos dice que ahora también, aunque de un modo invisible, Jesús sigue entre nosotros, Dios está muy cerca. Se suele decir del Papa: es muy cercano… porque cuando mira, sonríe, pregunta o se interesa. Más aún es Dios con nosotros. 

Conocer a Cristo en los evangelios
Dios con nosotros, Enmanuel... Pero, y nosotros ¿estamos con él? ¿le conocemos? Hay que empaparse del evangelio; todos los días deberíamos leerlo un rato, en directo y de la mano de la Iglesia Madre. En realidad, es imposible amar a Cristo sin conocerlo, como es imposible conocer Dios desde dentro de sí sin conocer a Jesucristo.
Y luego, ir más allá, hasta llegar a un trato personal con él; llegar a la meditación cristiana. Eso es en realidad ser cristiano no sólo de nombre o de convicciones, sino vitalmente: yo trato a Cristo, sé quién es. Y este puede ser un gran propósito de esta Navidad: tratar realmente a Cristo Jesús, conocerlo y amarlo.


viernes, 3 de enero de 2014

Una página en blanco

Año nuevo

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: « i Abba! Padre. » Así que ya no eres esclavo, sino hijo.
(Del capítulo 4 de la epístola de san Pablo a los Gálatas)

Hoy, octava de la fiesta de la Natividad, la Iglesia celebra la Maternidad divina de María. Comienza también un nuevo año solar. En todo el mundo, la mayor parte de la gente se alegra, porque lo siente como un don y una novedad, una especie de nueva oportunidad. Y es verdad que el tiempo, nuestro existir en el tiempo, es un don y una oportunidad. Desde luego, es un don misterioso. ¿Cómo hemos llegado, yo y estos, aquí? ¿Quién me ha puesto aquí ¿Hasta cuando será? ¿Y después? ¿Será cierto que hay 'después'?, ¡pero qué oscuro resulta para mi mente! Sí, todo esto es bastante misterioso.

¿Quién eres?
Y entonces aparece Cristo, y os dice: "Cuando oréis, decid: ¡Padre!" Cuando estéis a oscuras, orad: buscadle en la oscuridad, dirigíos a él, porque os escucha perfectamente. Y cuando oréis, decid: "Padre...". "Y tu Padre, que ve en lo escondido, te escuchará". Yo te he creado, te han modelado mis manos. "Te he redimido y te he convocado por tu propio nombre. Tú eres obra mía", dice nuestro misterioso creador en el libro de Isaías. No eres casi nada en el cosmos, ¡cierto!, ni siquiera en tu propia tierra, ni en la historia; pero eres mío: yo soy tu Creador, el dador de tu vida, el padre de tu persona. Así que es cierto: el tiempo en que vives procede de él, es un don de Dios, como tu vida, como tu existencia.

Una nueva oportunidad
Hoy celebra la gente un año nuevo, al percibir el tiempo en su medición cosmológica. Y es verdad: se te da un tiempo, como el talento de la parábola; un tiempo es ofrecido a tu libertad ¿Qué harás con él? Es como un cuaderno en blanco, ¿qué historia escribirás, qué tipo de historia? ¿Te darás o te encerrarás en ti? ¿Crecerá tu conocimiento de Dios o lo perderás? ¿Contribuirás con tu trabajo al bien de la sociedad o te apoltronarás? ¿Harás feliz a esa persona que tienes al lado, o irás otra vez a lo tuyo y le amargarás la vida de paso? ¿Te liberarás de tus vicios, o te esclavizarás a ellos? ¿Te salvarás o te condenarás?

"Al final de la jornada..."
Salvarse... Es verdad que propiamente no te salvas tú, sino que él te salva: él te busca, él comprende tu debilidad, él te da la ocasión, te espera, te rescata, te acoge andrajoso pero compungido, como al hijo de la parábola… Es él quien salva, ¡por fortuna!  Pero a veces también le hacemos llorar, temer, pues el tiempo se acaba (acaban de decirme que ha fallecido la esposa de un buen amigo). O le irritamos con nuestra conducta: escribimos una pésima novela con nuestra libertad, en el tiempo que nos da. Y a veces no puede hacer nada por nosotros, excepto llorar. "Por tus mismas palabras te condeno", se ve obligado a decirnos, como el aquella parábola sobre los talentos, o como en la terrible canción "Bad", de U2.

Año de oportunidades, de prórrogas, de nuevos capítulos en el libro. Alguno será el último, tal vez este: ¡no lo podemos saber! 

...pues al fin de la jornada,
aquél que se salva, sabe,
y el que no, no sabe nada.
(Santa Teresa de Jesús, creo recordar)

El momento
Uno puede pensar con razón: este año que ahora celebro tal vez sea el último; así que este es el año de la salvación, este es el año de la santidad...Y una cosa que te ayuda a acertar es hacer un poco de examen del año anterior, de tu vida, porque ya decía Sancho que "cada uno es como Dios le hizo, y aun peor muchas veces". La autoacusación conmueve a Jesús, y a uno le permite fijar la meta, evitar el peligro, proponerse una toma más en serio. Gracias, Señor, por el tiempo. 
La vida es como una novela que escribimos entre él y nosotros, a dos manos. Él también tiene algo que decir, y dice: todo lo que te rodea es parte de lo que él dice. Pero necesita tu libertad, tu cooperación: como un vals, como una obra de teatro. Ojalá escuchéis hoy a Dios. Orar también es escuchar.
Y luego están también los demás. Ellos están en la novela tuya, se presentan ante uno: buenos o menos, fuertes o débiles, necesitados u orgullosos. Y Dios, que es el director de escena, observa, espera, ayuda, y también decide. Así que podemos decir, como san Pablo el día de su conversión: "Señor, ¿qué quieres que haga, qué tengo que hacer?". O, mejor aún, como María, la primera cristiana, Iglesia naciente: "He aquí la esclava del Señor, que se haga en mi según tu palabra". Empieza por lo que ya él te ha hablado: los Mandamientos, tus circunstancias, tu vocación cristiana, católica... Toma la pluma, y empieza a escribir. Es tu vida. Y es para Dios.