Todos los santos
"Brillarán los justos como chispas que se propagan en un cañaveral. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor reinará eternamente sobre ellos."
(Del capítulo 2º del libro de la Sabiduría)
Todos los santos
Hoy celebra la Iglesia del Señor una festividad en honor de todos los santos, todos los hermanos nuestros que están en el cielo, después de haberse
purificado o, como dice el libro del apocalipsis, después de haber sido lavados en la sangre del Cordero: han sido hechos santos de verdad, transformados; han entrado así en la
Comunión de los santos y están entre nosotros: son como chispas en medio del cañaveral. Aquí en el retablo los tenéis representados en el cuadrante de arriba a la derecha; también podéis ver, en el de abajo, a todos los que aún caminamos, llamados, atraídos por la llamada, representada en esas campanas. En realidad, esto es lo que vale la pena, incluso lo único que vale la pena, porque es lo único definitivo:
allí se dirige nuestra vida, querámoslo o no, sepámoslo o no. Hay que preguntarse si ahí nos encaminamos nosotros con nuestras obras,
nuestro modo de ser, nuestra conducta, nuestro carácter…
Y la benditas ánimas del purgatorio
Mañana, en cambio, la Iglesia
conmemora y ofrece el sacrificio por todos nuestros hermanos difuntos que aún
no hayan alcanzado esa gloria, el cielo; que viven en ese estado que la
tradición cristiana llama Purgatorio: el sitio o estado donde uno se limpia, se
purifica, se hace limpio y puro, no del cuerpo, sino del alma, del espíritu. A su esperanza y dolor
y vergüenza nos unimos con nuestra oración y sufragios. Para nosotros es también recordatorio
de la propia muerte: tan cercana, tan universal, tan irreal y tan real al mismo
tiempo. Irreal, como han señalado con acierto algunos escépticos, porque lo que nos
espanta es su posibilidad y cercanía, pero una vez que suceda, ¿qué es lo nos importará
realmente? Pero a la vez es tan real: porque
realmente y sucede a los que tenemos alrededor, y -al menos
aparentemente- dejan de existir para nosotros. Real también porque sabemos que a nosotros nos sucederá, y ¡claro que nos importará el cómo hayamos
muerto!: "Venid, benditos de mi padre… apartaos de mi, malditos...".
La muerte y el hoy
Cristo ha revelado
el sentido de la muerte. En primer lugar al decirnos: "yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mi, el que come me cuerpo y bebe mi
sangre vivirá por mi". Y también, al hablarnos
de ese "hacerse ricos ante Dios", de "aprovechar sus talentos", de "escuchar" su llamada. Hay, pues, un carpe diem cristiano, mucho más interesante que el polvoriento de las fotos de El Club de los poetas muertos; es el carpe diem del que siente esta voz en el corazón: "hoy es el día de la salvación", hoy es el momento que tengo para hacerme santo, el día de mi conversión, el día en que todo empieza, el día de hacer el bien y no retrasarlo; hoy es el de la gracia. “Hoy, si
escucháis la voz de Dios, no endurezcáis vuestro corazón”.
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