sábado, 3 de enero de 2015

Virgen pura

Adviento 4


El ángel le dijo:
- «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
- ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?
(Del capítulo primero del evangelio de san Lucas)

En este último domingo antes de la navidad la liturgia nos sorprende como volviendo la mirada hacia atrás, a la Anunciación, fijándose así en María, la testigo primera y primordial del misterio que encerraba la persona de Jesús. Ella, evangelizada y evangelista, es la primera que lo supo -"Se llamará Hijo del Altísimo"-, la primera que sirvió a Cristo, hecho hombre: "He aquí la esclava", la servidora. Ella, que no era sierva, sino libre, se expresa así. Por eso lo que dice tiene más valor, porque es muestra de su completa disponibilidad, maravillosa disponibilidad. María es especial, muy especial.
El ángelus
El diálogo de la Anunciación, que acabamos de escuchar, es uno de los pocos que se nos han conservado de nuestra Señora, son como un tesoro para nosotros. Me gustaría oír a María, saber lo que dice, que me hablase como a los niños a los que a veces se ha aparecido... Bueno, pues aquí tienes lo que le oirías.  Por eso rezar el Ángelus cada día es una costumbre de oración maravillosa: breve, intensa, que va completamente al centro del misterio que nos envuelve. Ojalá os acostumbréis a rezar a diario el Angelus.(Sabéis que el Santo Padre tiene la costumbre de hacerlo los domingos junto con todos los fieles en la plaza de San Pedro)
Pureza
De entre sus palabras querría hoy fijarme en estas: “no conozco varón”. Las dice en el contexto de la concepción del hijo que se le anuncia ("¿Cómo se hará esto, cómo podrá hacerse?, pues yo no conozco varón"). Algunos Padres creyeron ver en estas palabras un propósito previo de virginidad por parte de María, ya antes de la celebración del matrimonio y nacimiento de Jesús. Es difícil determinar en base a la Escritura si la decisión de virginidad en María fue antes o después de la concepción de Jesús, y no entraremos en ello ahora. Lo que en cambio es evidente es que María afirma al ángel que ella, en esa situación previa a la celebración del matrimonio, era casta, pura: "No conozco varón". A mi me llena de admiración la claridad, la sencillez y delicadeza con que habla de su sexualidad. Y me maravilla su pureza, sobre todo pensando en nosotros, los discípulos, que estamos también llamados a vivir la castidad en nuestro propio estado, en medio de una sociedad bastante impura en sus costumbres. La castidad sexual, que todos estamos llamados a vivir, es una virtud humana, y tiene todo su sentido en defender y posibilitar el amor conyugal. Quien se hace esclavo las debilidades sexuales y se hace esclavo de ellas o no les da importancia, o se deja ahogar por la avalancha de invitaciones a hacer de ella un negocio o un entretenimiento, mata poco a poco sus propias posibilidades de amar de verdad, de entregarse con generosidad. Porque cuando quiera a alguien nunca sabrá si realmente quiere a esa persona o lo que busca es otra cosa: se le hará extraordinariamente difícil la fidelidad, y la paternidad será vista como un obstáculo para lo que realmente está buscando...
Guardemos nuestro corazón y nuestros sentidos limpios de toda impureza, y de todo amor equivocado, impropio. Seamos limpios en nuestros pensamientos, en nuestra mirada -¡internet, por favor!-, en nuestros diálogos, en nuestro modo de vestir o de divertirnos. Seamos sinceros para limpiarnos en la confesión, y fuertes para reconducir las relaciones y los espectáculos de modo que nos permita decir con la sencillez María -"no conozco varón"-  que somos o intentamos ser puros. Así recibiremos como ella a Jesús en nuestros corazones.


No hay comentarios: