Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que vivificaste el mundo por tu muerte por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo: por la recepción de tu sacrosanto Cuerpo y Sangre líbrame de todas mis iniquidades y de todos mis males.
Hazme estar siempre apegado a tus mandatos y nunca permitas que sea separado de Ti.
Amén.
(Esta oración, que el sacerdote reza en silencio antes de tomar la comunión, forma parte del misal romano desde el siglo X, aunque es de origen impreciso, y se sabe que ya se rezaba en Amiens se pronunciaba en el siglo IX)
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