"Que sean uno, como tú Padre en mi y yo en ti"
En este domingo, la lectura evangélica nos trae el recuerdo del apóstol san Juan sobre cómo él y varios de sus amigos y parientes galileos conocieron a Jesús mientras hacían la secuela de Juan el Bautista. Pero coincide con que hoy es día 18 enero y me gustaría hablaros sobre el ecumenismo. Todos los años se celebra a partir de la fecha un octavario de oración por la unidad entre los cristianos, que -como sabéis- estamos divididos en diversas iglesias y comunidades cristianas: ortodoxos, luteranos, presbiterianos, siromalabares, coptos… No lo quiso así Jesús, que no sólo fundó una iglesia única, sino que rogó al Padre por la unidad de sus discípulos. Cristo, que unió consigo a sus discípulos, fundó una comunidad única de discípulos a cargo de los apóstoles. Por eso decimos "creo en la Iglesia que es una, santa… apostólica", es decir fundada sobre los apóstoles. Y es bonito pensar que todas esas confesiones cristianas que hemos mencionado compartimos el credo largo (llamado niceno-constantinopolitano), donde se reza: "Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica… ¡Una! No existe otra diferente, independiente de la que fundó Jesús: "Que todos sean uno, como tú Padre en mi y yo en ti", oraba el Señor.
Historias tristes
En el siglo VII se separaron del resto (y particularmente de Bizancio) las iglesias del Oriente medio: Siria y Egipto y Armenia, al rechazar el decreto del concilio celebrado en Calcedonia, que insistía en atribuir al Señor Jesús naturaleza verdaderamente humana, aunque su identidad fuera la de Hijo eterno del Padre. Más tarde, ya en el siglo XI, el patriarca de Constantinopla, que era considerado como cabeza de las iglesias del oriente de lengua griega, reclamó contra Roma para sí la "ortodoxia", o sea la corrección de sus fórmulas de fe o dogmas, y el Papa y él se excomulgaron, llevando al patriarca a negar que Roma tuviera el primado de Pedro; es más: a negar que hubiera un primado real de origen divino entre los obispos. En el s. XVI vino la terrible crisis de la Reforma, un grito de protesta contra Roma, que terminó también en una ruptura de algunos con muchas afirmaciones de fe que se habían desarrollado a lo largo de los siglos y que se consideraban parte del dogma católico (o sea, de la iglesia universal): la existencia de siete sacramentos, el valor de las obras personales en la salvación, el poder de intercesión de María… Por supuesto, también se rechazó la autoridad de Roma y se separaron… En fin, historias tristes de la familia (otras veces son alegres)…
Buscarnos y tratarnos: ecumenismo
Hoy rezamos unos por otros y también procuramos tratarnos, conocernos mejor, trabajar juntos, limar asperezas y aclarar disidencias...Es el movimiento ecuménico (una palabra griega precisamente, que hace referencia al mundo entero). Queremos volver a la unidad. Desde comienzos del siglo veinte, un grupo de presbiterianos comenzó a celebrar esta semana, y se fueron uniendo casi todas comunidades de la reforma y las iglesias de oriente… Nosotros, los católicos, también. A todos os invito a tener algún pequeño detalle de oración, de petición con Jesús, algún pequeño sacrificio ofrecido. La oración, la caridad y la humildad. Sólo así el Señor podrá recomponer la unidad entre nosotros.
En este domingo, la lectura evangélica nos trae el recuerdo del apóstol san Juan sobre cómo él y varios de sus amigos y parientes galileos conocieron a Jesús mientras hacían la secuela de Juan el Bautista. Pero coincide con que hoy es día 18 enero y me gustaría hablaros sobre el ecumenismo. Todos los años se celebra a partir de la fecha un octavario de oración por la unidad entre los cristianos, que -como sabéis- estamos divididos en diversas iglesias y comunidades cristianas: ortodoxos, luteranos, presbiterianos, siromalabares, coptos… No lo quiso así Jesús, que no sólo fundó una iglesia única, sino que rogó al Padre por la unidad de sus discípulos. Cristo, que unió consigo a sus discípulos, fundó una comunidad única de discípulos a cargo de los apóstoles. Por eso decimos "creo en la Iglesia que es una, santa… apostólica", es decir fundada sobre los apóstoles. Y es bonito pensar que todas esas confesiones cristianas que hemos mencionado compartimos el credo largo (llamado niceno-constantinopolitano), donde se reza: "Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica… ¡Una! No existe otra diferente, independiente de la que fundó Jesús: "Que todos sean uno, como tú Padre en mi y yo en ti", oraba el Señor.
Historias tristes
En el siglo VII se separaron del resto (y particularmente de Bizancio) las iglesias del Oriente medio: Siria y Egipto y Armenia, al rechazar el decreto del concilio celebrado en Calcedonia, que insistía en atribuir al Señor Jesús naturaleza verdaderamente humana, aunque su identidad fuera la de Hijo eterno del Padre. Más tarde, ya en el siglo XI, el patriarca de Constantinopla, que era considerado como cabeza de las iglesias del oriente de lengua griega, reclamó contra Roma para sí la "ortodoxia", o sea la corrección de sus fórmulas de fe o dogmas, y el Papa y él se excomulgaron, llevando al patriarca a negar que Roma tuviera el primado de Pedro; es más: a negar que hubiera un primado real de origen divino entre los obispos. En el s. XVI vino la terrible crisis de la Reforma, un grito de protesta contra Roma, que terminó también en una ruptura de algunos con muchas afirmaciones de fe que se habían desarrollado a lo largo de los siglos y que se consideraban parte del dogma católico (o sea, de la iglesia universal): la existencia de siete sacramentos, el valor de las obras personales en la salvación, el poder de intercesión de María… Por supuesto, también se rechazó la autoridad de Roma y se separaron… En fin, historias tristes de la familia (otras veces son alegres)…
Buscarnos y tratarnos: ecumenismo
Hoy rezamos unos por otros y también procuramos tratarnos, conocernos mejor, trabajar juntos, limar asperezas y aclarar disidencias...Es el movimiento ecuménico (una palabra griega precisamente, que hace referencia al mundo entero). Queremos volver a la unidad. Desde comienzos del siglo veinte, un grupo de presbiterianos comenzó a celebrar esta semana, y se fueron uniendo casi todas comunidades de la reforma y las iglesias de oriente… Nosotros, los católicos, también. A todos os invito a tener algún pequeño detalle de oración, de petición con Jesús, algún pequeño sacrificio ofrecido. La oración, la caridad y la humildad. Sólo así el Señor podrá recomponer la unidad entre nosotros.
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