(2º dom de Nav B)
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios (...)
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció (...)
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad (...)
A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
(Del prólogo del evangelio del apóstol san Juan)
Al encarnarse en Jesús, Dios se ha hecho palabra para nosotros: "la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros". Se ha hecho entendible, visible, amable... Por eso Cristo es la Luz del mundo: es la sabiduría de Dios encarnada, hecha una persona.
En la lectura primera se decía de un modo poético que Dios había dicho a la Sabiduría: “habita entre los hombres”. Así se insinúa que toda sabiduría auténtica procede de Dios. Cosa que nos sorprende, porque pensamos que está más bien en los libros y que Dios no tiene que ver con nuestra sabiduría; que ella se alcanza sólo con nuestro esfuerzo, con el estudio. Aquí se nos dice: no, la sabiduría procede de Dios. La sabiduría procede de Dios, porque él es el que ha hecho la Creación y en ella está impresa, como la inteligencia del que crea un cuadro o fabrica un aparato. Es bonito descubrir esto. Fue él quien dijo a la sabiduría: "habita entre los hombres"; es decir: que los hombre puedan conocer la verdad, los intríngulis de la realidad.
Sabiduría y fe
Por desgracia, hemos usado menudo la sabiduría creada -la humana- también el mal. Por eso, con la Encarnación del Verbo es como si se nos dijera: en Cristo, te entrego de nuevo la sabiduría. Él no es sólo salvador por su amor -por el amor con que da su vida por ti-, sino porque es la sabiduría para ti: aprende de él y vivirás; aprenderás a vivir, aprenderás a ser hombre. Por eso es tan importante la formación cristiana. Cuando era pequeño, las clases de religión era una de las "marías", de las poco importantes. Ahora me da pena haberlo vivido así. "Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron": no sólo no le recibieron aquellos cuando nació, sino los mismos cristianos cuando no nos tomamos en serio la formación. "Pero a cuantos lo reciben les da la capacidad de ser, sentirse y vivir como hijos de Dios". Claro está que la formación a que me refiero no es sólo aprendizaje. También los demonios creen y están aterrados. Yo he visto esto mismo en algunas crisis. Aprenden, memorizan incluso, pero en realidad la disposición no es buena, y no aprendemos de verdad. Cristo la luz, pero es sobre todo el Maestro interior, actúa sobre todo en la conciencia. Y luego, también desde fuera: "vino Juan e hicieron lo que quisieron con él", se queja el Señor. De fuera y de dentro. Quien piensa que la fe sólo le viene de fuera, no quiere hacer esfuerzo. Quien piensa que sólo de dentro, quiere hacer la fe a su medida. "Envíanos este año tu luz y tu verdad (tu educación interior), y caminaremos a tu luz".
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios (...)
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció (...)
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad (...)
A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
(Del prólogo del evangelio del apóstol san Juan)
Palabra y alma
Ya veis que el foco de las lecturas se pone hoy en Cristo como luz, palabra divina -o sabiduría- para el mundo; porque Dios, efectivamente, al encarnarse en Cristo se ha convertido en luz del mundo, en Palabra que habla al hombre. Físicamente hablando, la palabra, no es en realidad más que sonido, vibración de aire. Y, sin embargo, ese sonido, al ser transido de significado y manifestar así lo que hay en el otro, se convierte en algo profundamente humano y vivo: el "lugar" físico donde las personas se encuentran y relacionan. Cuando una madre se encuentra con su hijo taciturno, le reprocha: "Es que no dices nada, hijo...", y el chico se sorprende: no se da cuenta de que si él no se expresa, nadie desde fuera no puede comprender lo que tiene en el corazón. También con Dios pasan estas cosas hay que hablar, y escuchar. Aunque en realidad, en este caso, cuando hablamos a Dios es uno mismo, en primer lugar, el que averigua lo que tiene dentro de sí.Al encarnarse en Jesús, Dios se ha hecho palabra para nosotros: "la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros". Se ha hecho entendible, visible, amable... Por eso Cristo es la Luz del mundo: es la sabiduría de Dios encarnada, hecha una persona.
En la lectura primera se decía de un modo poético que Dios había dicho a la Sabiduría: “habita entre los hombres”. Así se insinúa que toda sabiduría auténtica procede de Dios. Cosa que nos sorprende, porque pensamos que está más bien en los libros y que Dios no tiene que ver con nuestra sabiduría; que ella se alcanza sólo con nuestro esfuerzo, con el estudio. Aquí se nos dice: no, la sabiduría procede de Dios. La sabiduría procede de Dios, porque él es el que ha hecho la Creación y en ella está impresa, como la inteligencia del que crea un cuadro o fabrica un aparato. Es bonito descubrir esto. Fue él quien dijo a la sabiduría: "habita entre los hombres"; es decir: que los hombre puedan conocer la verdad, los intríngulis de la realidad.
Sabiduría y fe
Por desgracia, hemos usado menudo la sabiduría creada -la humana- también el mal. Por eso, con la Encarnación del Verbo es como si se nos dijera: en Cristo, te entrego de nuevo la sabiduría. Él no es sólo salvador por su amor -por el amor con que da su vida por ti-, sino porque es la sabiduría para ti: aprende de él y vivirás; aprenderás a vivir, aprenderás a ser hombre. Por eso es tan importante la formación cristiana. Cuando era pequeño, las clases de religión era una de las "marías", de las poco importantes. Ahora me da pena haberlo vivido así. "Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron": no sólo no le recibieron aquellos cuando nació, sino los mismos cristianos cuando no nos tomamos en serio la formación. "Pero a cuantos lo reciben les da la capacidad de ser, sentirse y vivir como hijos de Dios". Claro está que la formación a que me refiero no es sólo aprendizaje. También los demonios creen y están aterrados. Yo he visto esto mismo en algunas crisis. Aprenden, memorizan incluso, pero en realidad la disposición no es buena, y no aprendemos de verdad. Cristo la luz, pero es sobre todo el Maestro interior, actúa sobre todo en la conciencia. Y luego, también desde fuera: "vino Juan e hicieron lo que quisieron con él", se queja el Señor. De fuera y de dentro. Quien piensa que la fe sólo le viene de fuera, no quiere hacer esfuerzo. Quien piensa que sólo de dentro, quiere hacer la fe a su medida. "Envíanos este año tu luz y tu verdad (tu educación interior), y caminaremos a tu luz".
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