jueves, 5 de diciembre de 2013

El sueño del corazón

Adv A  2013

Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de que os despertéis del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz.

Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.
(Del cap 13 de la Epístola a los Romanos)

Él se acerca
Queridos, comienza un nuevo ciclo anual. Se acerca enseguida la navidad, con las emociones que despierta para los cristianos, porque Dios ha nacido hecho hombre -¡tan pequeño, tan tierno!-, se ha acercado a nosotros, a nuestro mundo.Y ha venido para quedarse… 
   Me diréis que no todo el mundo se emociona por la navidad, y es verdad porque hay veces que no hay emociones de alegría, sino nostalgia. O incluso frialdad, incredulidad: escepticismo. Pero bueno, si lo pensáis un poco eso no es ninguna novedad ni tiene nada de extraño: tampoco parece que a Herodes, ni a los sabios de Jerusalén, ni a los vecinos de Belén les emocionara especialmente la noticia del supuesto nacimiento del Mesías, ni que la creyeran en serio. Casi fue al revés. Se podría decir que Cristo ha nacido siempre en el silencio y en la oscuridad, entonces y ahora. Pero, ¿sabéis una cosa? Que lo importante es que nació. Nació y nace siempre en algunos corazones, en el sentido de que cambian, lo descubren y lo disfrutan. Pensad en esos maravillosos cambios de vida, en la alegría de las conversiones, en las sorpresas de Dios (aquí hemos recibido últimamente algunos testimonios conmovedores; y eso porque no sabemos nada más que lo que aparece públicamente. En silencio, ocurre muchas veces, casi todos los días. Algunos aquí me consta que podríais contarlo. Por no hablar del nacer silencioso de Jesús en vuestros hijos, en vuestros ancianos que reencuentran el camino, en tantas personas que recuperan la paz…
La cuestión entonces está en preguntarnos si yo quiero, si estoy dispuesto, si me atrevo a creer… Creer que Dios es mi Padre; creer que Jesucristo, nacido por mi, está vivo y me busca… y que por eso hoy cambio mi vida, ahora, voy a convertirla en eterna, y confieso mis errores, mi ignorancia, mi egocentrismo; yo quiero venerar al Niño, quiero adorar al Dios que me hizo. Y entonces ¡es Navidad!

Despertar
   Hoy, al comenzar este tiempo del Adviento, la liturgia nos habla por san Pablo de sueño: "es hora de que os despertéis del sueño", del sopor del alma, imagen de la muerte. Nos hablan del sueño y el despertar del alma, como el poeta: “Despierte el alma dormida...”
El sueño es descanso: "si duerme, sanará", le dicen los discípulos de Jesús hablando de la enfermedad de Lázaro. Pero también es una imagen de la muerte, del letargo fatal (como en las expediciones alpinas), del letargo en el mal: de la vida entre borracheras, lujurias, contiendas... mientras pasa a nuestro lado la salvación, la alegría, la vida real, la que perdura y llena el corazón. El alma dormida, muerta. Y dice san Pablo y también Jesús en el evangelio que hemos leído: ¡Despertad! ¡Estad en vela ante la amenaza que se cierne…! Ante la llamada a media noche a las bodas: ¡llega el Esposo, salid al encuentro!
   ¡Despierta a tu alma! Límpiala en la ducha de la gracia, vístela de las virtudes cristianas, llévala a la fiesta eucarística. Porque Cristo viene a ti. ¡Que pena si pasara de largo, qué pena que nos llame y no respondamos!

Una sugerencia
   Aparte de confesarnos, de comenzar a comulgar, tenemos una Exhortación apostólica maravillosa del Papa, una carta de nuestro padre. Habla sobre la Evangelización nueva. Se llama La Alegría del Evangelio. Animaos a leerla y meditarla. Habrá cosas que le digan más a unos y a otros, pero es un anuncio más del Señor: ¡Vamos, despertad!, porque está cerca vuestra salvación, más cerca de lo que crees.

No hay comentarios: