Adv 3 A Bautista 2013
(Del capítulo 11 del evangelio de san Mateo)
Iconos del Adviento
En este tiempo del Adviento se nos presentan dos figuras como si fueran sus iconos vivos: de un lado María, que espera al Niño que se gesta en ella silenciosamente. Ella pondera lo sucedido a la vez que prepara las cosas. Habla con José -las mujeres siempre hablan-, y medita… Así se convierte en una imagen viva de la humanidad, que espera al Dios vivo que quiere ser gestado en su interior, quiere hacerse parte de nuestra historia y de hecho viene a introducirse por ti en ella. María también es imagen de la Iglesia, que siempre está en adviento también. Por último, es imagen de cada persona, cuando hemos acogido la Palabra y esperamos su aparición. Él parece silencioso en nuestro interior, nadie lo ve ni lo sabe, excepto uno mismo.
Así que el nacimiento de Jesús fue un hecho histórico, pero también metahistórico -como se dice-, en cuanto que su encuentro con cada criatura -que ocurrió por vez primera entonces- sigue dándose a lo largo de la historia con los que vamos llegando a ella. Dios viene siempre, en el sentido de que sale al encuentro de cada generación, de cada grupo humano, de cada persona. Dios nos espera. De hecho, vamos hacia él, lo sepamos o no, lo queramos o no: todos nos presentaremos a él.
El Bautista
El otro icono vivo del Adviento es Juan el Bautista; ese personaje, joven como el propio Jesús, de quien era pariente, había recibido la Palabra viviendo en la estepa del Jordán, entre Jericó y el Mar Muerto, y predicaba allí con tal fuerza que de todo el país venían allí a escucharle. ¿Será por fin el Mesías?, se preguntaban. El fenómeno de la profecía -esos hombres sobre los se posa la Palabra-, tuvo una importancia enorme durante siglos en Israel, pero hacía tiempo que parecía haberse extinguido (como ahora nos lo parece a nosotros). Por eso la aparición del profeta produjo esa expectación tremenda que vemos reflejada hoy en el evangelio, como también la crítica de quienes consideraban que eso no podía ser, de quienes siempre piensan que Dios tiene que obrar según el esquema de lo que ellos piensan.
Preparad el camino
El mensaje de Juan, dentro de su complejidad, tenía un hilo conductor, un aliento desde el que nacía: "preparad el camino del Señor, allanad su sendero. Que todo barranco sea terraplenado y riscos allanados: porque os viene a visitar Dios.
Fue un hombre grande, ¡a pesar de carecer por completo de apoyo o infraestructura...! Valiente, austero. Este año litúrgico -del primer ciclo- nos lo presentan ya en la cárcel y enviando desde allí a Jesús una legación para indagar. Poco después, Herodes lo mandó matar. En la mezquita Omeya de Damasco -que antes de mezquita fue iglesia- se venera todavía la reliquia de su cráneo. Cuando los emisarios de Juan se marcharon, Jesús hizo un precioso discurso de elogio acerca de él. ¿Qué os ha atraído de él? ¿Por qué os ha convencido?, ¿qué os ha hace pensar que ese hombre dice la verdad? ¿No es precisamente su coherencia, su valentía, su vida sobria y honrada? No, no es precisamente un charlatán, no es un teórico, ni busca enriquecerse, ni siquiera un modo de vida; no hace márketing ni pretende sin más un liderazgo… ¡Sí, Juan es grande, porque es auténtica su fe, completamente real! ¡Qué bonito es esto! Y yo pensaba en esa Iglesia "en salida", de que habla el Papa, de ese impulso que nos da para "salir", servir, de anunciar la alegría del evangelio a base de vivirlo. ¿Por qué convence el Papa? No hace grandes explicaciones doctrinales, pero ve a un enfermo y lo abraza; le llama una chica angustiada que quiere abortar y le anima y le promete que él mismo bautizará a la criatura cuando nazca... Cómo se echan de menos líderes que no sean pura telegenia y campaña de márketing.
Pero pensemos en nosotros. En tu barrio, en tu casa... ¿Por qué no arrastramos como deberíamos, dado el fuego que ha sido prendido en nuestro corazón? Tal vez damos argumentos de mera utilidad piadosa mientras defendemos nuestro propio bienestar, pero no estamos encendidos en el amor a la verdad moral y evangélica, no estamos convencidos vitalmente y no damos la vida por ella. Iglesia en salida... Salgamos de nosotros, perdamos el miedo a querer, a mostrar preocupación, a enseñar la alegría de la fe, a cultivar la amistad. Con coherencia es decir: practicando la generosidad, viviendo con honradez y modestia, con preocupación por los necesitados y los desgraciados, que son la carne sufriente de Cristo.
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿0 qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:
"Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti." (Del capítulo 11 del evangelio de san Mateo)
Iconos del Adviento
En este tiempo del Adviento se nos presentan dos figuras como si fueran sus iconos vivos: de un lado María, que espera al Niño que se gesta en ella silenciosamente. Ella pondera lo sucedido a la vez que prepara las cosas. Habla con José -las mujeres siempre hablan-, y medita… Así se convierte en una imagen viva de la humanidad, que espera al Dios vivo que quiere ser gestado en su interior, quiere hacerse parte de nuestra historia y de hecho viene a introducirse por ti en ella. María también es imagen de la Iglesia, que siempre está en adviento también. Por último, es imagen de cada persona, cuando hemos acogido la Palabra y esperamos su aparición. Él parece silencioso en nuestro interior, nadie lo ve ni lo sabe, excepto uno mismo.
Así que el nacimiento de Jesús fue un hecho histórico, pero también metahistórico -como se dice-, en cuanto que su encuentro con cada criatura -que ocurrió por vez primera entonces- sigue dándose a lo largo de la historia con los que vamos llegando a ella. Dios viene siempre, en el sentido de que sale al encuentro de cada generación, de cada grupo humano, de cada persona. Dios nos espera. De hecho, vamos hacia él, lo sepamos o no, lo queramos o no: todos nos presentaremos a él.
El Bautista
El otro icono vivo del Adviento es Juan el Bautista; ese personaje, joven como el propio Jesús, de quien era pariente, había recibido la Palabra viviendo en la estepa del Jordán, entre Jericó y el Mar Muerto, y predicaba allí con tal fuerza que de todo el país venían allí a escucharle. ¿Será por fin el Mesías?, se preguntaban. El fenómeno de la profecía -esos hombres sobre los se posa la Palabra-, tuvo una importancia enorme durante siglos en Israel, pero hacía tiempo que parecía haberse extinguido (como ahora nos lo parece a nosotros). Por eso la aparición del profeta produjo esa expectación tremenda que vemos reflejada hoy en el evangelio, como también la crítica de quienes consideraban que eso no podía ser, de quienes siempre piensan que Dios tiene que obrar según el esquema de lo que ellos piensan.
Preparad el camino
El mensaje de Juan, dentro de su complejidad, tenía un hilo conductor, un aliento desde el que nacía: "preparad el camino del Señor, allanad su sendero. Que todo barranco sea terraplenado y riscos allanados: porque os viene a visitar Dios.
Fue un hombre grande, ¡a pesar de carecer por completo de apoyo o infraestructura...! Valiente, austero. Este año litúrgico -del primer ciclo- nos lo presentan ya en la cárcel y enviando desde allí a Jesús una legación para indagar. Poco después, Herodes lo mandó matar. En la mezquita Omeya de Damasco -que antes de mezquita fue iglesia- se venera todavía la reliquia de su cráneo. Cuando los emisarios de Juan se marcharon, Jesús hizo un precioso discurso de elogio acerca de él. ¿Qué os ha atraído de él? ¿Por qué os ha convencido?, ¿qué os ha hace pensar que ese hombre dice la verdad? ¿No es precisamente su coherencia, su valentía, su vida sobria y honrada? No, no es precisamente un charlatán, no es un teórico, ni busca enriquecerse, ni siquiera un modo de vida; no hace márketing ni pretende sin más un liderazgo… ¡Sí, Juan es grande, porque es auténtica su fe, completamente real! ¡Qué bonito es esto! Y yo pensaba en esa Iglesia "en salida", de que habla el Papa, de ese impulso que nos da para "salir", servir, de anunciar la alegría del evangelio a base de vivirlo. ¿Por qué convence el Papa? No hace grandes explicaciones doctrinales, pero ve a un enfermo y lo abraza; le llama una chica angustiada que quiere abortar y le anima y le promete que él mismo bautizará a la criatura cuando nazca... Cómo se echan de menos líderes que no sean pura telegenia y campaña de márketing.
Pero pensemos en nosotros. En tu barrio, en tu casa... ¿Por qué no arrastramos como deberíamos, dado el fuego que ha sido prendido en nuestro corazón? Tal vez damos argumentos de mera utilidad piadosa mientras defendemos nuestro propio bienestar, pero no estamos encendidos en el amor a la verdad moral y evangélica, no estamos convencidos vitalmente y no damos la vida por ella. Iglesia en salida... Salgamos de nosotros, perdamos el miedo a querer, a mostrar preocupación, a enseñar la alegría de la fe, a cultivar la amistad. Con coherencia es decir: practicando la generosidad, viviendo con honradez y modestia, con preocupación por los necesitados y los desgraciados, que son la carne sufriente de Cristo.
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