viernes, 9 de octubre de 2015

Una sola carne

(5 de octubre 2015 dom 27 TO b)
Unos fariseos que, para ponerle a prueba, le preguntaban: Puede el marido repudiar a la mujer? 
El respondió: Que os prescribió Moisés?
Ellos le dijeron: Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla. 
Jesús les dijo: Teniendo en cuenta la dureza de vuestros corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.
(Del cap. 10 del evangelio según san Marcos)

El repudio de las mujeres
La mayor parte de las civilizaciones antiguas regularon el repudio de las esposas, seguramente como un avance social respecto a la barbarie del simple abandono. También Moisés también lo hizo en el Sinaí, estableciendo que el repudiador redactara un acta explicando la causa por la que era echada de la casa o devuelta a sus padres; un acta que sirviera a la repudiada de defensa, que le diera ciertas garantías en el futuro, y no pudiera ser acusada de adúltera si se unía a otro. En tiempos de Jesús (habían pasado mil doscientos años desde Moisés) se discutía si el motivo que debía aducirse en el acta tenía que tener o no cierto peso jurídico, es decir, si debía haber un motivo serio que hiciera lícito o moral el repudio. "¿Es lícito despedir a la mujer por cualquier causa?", fue el tono de la pregunta. Y esta es la duda que plantearon al maestro. 

Una respuesta yendo a la raíz
"Para comprometerlo", dice san Marcos. Quizá esperaban que se inclinase por exigir un motivo serio. Pero, una vez más, Jesús les sorprendió, yendo a la raíz del problema que le planteaban, y remitiéndoles al querer de Dios implícito en el relato de la Creación en el libro del Génesis. Al crear al hombre como varón y la mujer -les dice-, destinados a formar "una sola carne", una sola cosa, les explicaba el carácter esponsal que tiene el ser humano, llamado a formar una comunidad de vida y amor fecundo y fiel. Y por eso -añadió- el que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio, aunque la ley civil lo justificara ( la ley de Moisés, en este caso). Independientemente de la ley, aquello a los ojos de Dios era igualmente un adulterio y no un nuevo matrimonio. En el pasaje paralelo de san Mateo se recoge la sorpresa de los discípulos, acostumbrados a la legislación civil permisiva. 'Entonces no trae cuenta casarse", comentó Pedro a bote pronto...

Pero la postura del Señor fue recibida por la Iglesia y por el mundo antiguo como Evangelio, como verdadera Buena Nueva para el matrimonio y la familia. Por la primera vez en la historia cultural de la humanidad alguien se enfrentaba al repudio de las mujeres, y explicaba que el matrimonio no es la posesión de unas personas, de la que uno puede deshacerse en un momento determinado del camino, sino un compromiso gozoso para toda la vida, lleno de alegría y fidelidad, aún en medio del dolor o las dificultades, que se comparten.

Un Sínodo sobre el matrimonio y la familia
Ya sabéis que mañana comienza en Roma un Sínodo de los obispos dedicado a la vocación y misión de la familia en la Iglesia. Seguramente se va a discutir bastante sobre si las personas católicas que han cometido este pecado señalado por Jesús –el de casarse por lo civil después de haberse divorciado, estando casadas por la Iglesia-  pueden ser absueltas y comulgar sin dejar de estar en esa situación. De entrada, no parece que se vaya a cambiar una praxis sacramental que se remonta a los primeros siglos del cristianismo , pero se estudiará. Un Sínodo es una reunión consultiva del Papa con un grupo de obispos, no es un Concilio; no puede establecer una doctrina contraria a la doctrina, ni directamente ni indirectamente, a través de la praxis sacramental. Ni siquiera puede -el Sínodo- establecer doctrina o praxis: eso sólo le corresponde en la Iglesia universal al Papa o al Concilio ecuménico. También se estudiará, seguramente, cómo tratar a las personas de tendencia homosexual que han cometido el grave error moral de iniciar una relación cuasi matrimonial.
Recemos, pues por ellos, por los padres sinodales,  para que Dios les ilumine y puedan aconsejar bien al santo Padre que los ha convocado. La salud espiritual de la institución matrimonial es muy importante para la humanidad. Nada configura y estructura de modo tan profundo la salud social como el amor fiel y fecundo del hombre y la mujer. Es el gran don de Dios a la humanidad. 

No tener celos del otro que obra bien

(27 sept 2015, 26 dom TO b)
Un muchacho corrió a anunciar a Moisés: Eldad y Medad están profetizando en el campamento. Josué, hijo de Nun, que estaba al servicio de Moisés desde su mocedad, respondió y dijo: Mi señor Moisés, prohíbeselo. Le respondió Moisés: ¿Es que estás celoso por mí?
(Del cap. 11 del libro de los Números)

Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros. Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.
(Del cap. 9 del evangelio de san Marcos)

Celotipias ocultas
Hoy nos propone la liturgia dos sucesos parecidos, ocurridos sin embargo con una diferencia de más de mil años. Sus protagonistas, como veis, son Moisés y Jesús. En ambos casos, tienen que moderar en sus discípulos un celo que se parece bastante a la envidia. Envidia y celos padecidos por gente buena, como eran aquellos discípulos de grandes maestros. Y ¡qué bueno es que la Escritura no nos oculte las debilidades de personas que han amado tanto al Señor! Pues así nos puede ocurrir también a nosotros; también en historia de la Iglesia se han dado cosas así. Y, más allá de la envidia, nos habla esta historia de la fragilidad de los instrumentos humanos que Dios elige, como nosotros. Dios se sirve de “instrumentos” (no en el sentido meramente instrumental, sino vital)por ejemplo en gobierno espiritual unos a otros. Y ocurre a veces escandalizamos, a lo mejor sin querer, por debilidad, pero escandalizamos: servimos de tropiezo a otros. Tengamos entonces la sencillez de dejarnos entonces corregir, como ocurre aquí tanto con Josué como con el apóstol Juan. Y sepamos también corregirnos con mansedumbre. El hacer o recibir bien la corrección fraterna es señal de nobleza y de sabiduría. (Y a la vez, hay que hacerla con nobleza y humildad). La reacción de Jesús ante la insinuación de celotipia, como la de Moisés, es noble y sabia. Noble, porque la humildad nos hace nobles, y la soberbia, ridículos: nadie sabe todo ni puede llevar las cosas él sólo. Y es bueno hacer hacer a los demás, dar responsabilidad, hacerles vivir como personas.  Hacedlo con vuestros hijos desde pequeños, pero hacedlo también en el trabajo con vuestros subordinados, y en el hogar. No podemos pensar que solamente nosotros somos buenos, o que los demás son sólo servidores, ni tratarlos así. La humildad es virtud de nobles y sabios. 

Ojalá todos profeticen...
Pedir al Señor que difunda su espíritu a muchos, sus talentos y dones. Que lo escuchen y que les ayudemos a descubrirlo, en vez de apagarlo por nuestro engreimiento y cerrazón en nuestros propios dones. Descubrir cada uno los carismas que recibe y aceptarlos con alegría y responder cada uno con generosidad, dedicación y confianza. Esa es mi propuesta de hoy.

miércoles, 7 de octubre de 2015

La Cruz y la gloria

(13 de septiembre. 24 Dom TO b)

Por el camino, preguntó a sus discípulos: - «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: - «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» Él les pregunto: - «Y vosotros, ¿quien decís que soy?» Pedro le contesto: - «Tu eres el Mesías.»
(...)
 Y empezó a instruirlos: - «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: - «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tu piensas como los hombres, no como Dios!»
(Del capítulo 8 del evangelio de san Marcos)


La pregunta de la que todo depende


No es preciso ser un lince para percibir el contraste que se produce en del diálogo entre Jesús y los Doce -Pedro en particular- que hoy recoge el evangelio: de un lado, la confesión de fe en Jesús como Mesías; de otro la dura corrección que Jesús le hace a Pedro a propósito de la Cruz, que se abre en el panorama y que Jesús se muestra dispuesto a afrontar. Hace años viajé por ese paisaje apartado donde condujo a los apóstoles para instruirles. Y en el curso de la instrucción llegó a la cuestión decisiva: vosotros, ¿quién pensáis que soy yo? ¡El acto de fe, que es siempre personal, intransferible y comprometido! Quién soy yo y, por tanto también, quién eres tú. Porque todo depende de la respuesta a esa pregunta. Nosotros también nos enfrentamos también a esa pregunta, incluso sin darnos cuenta,  con esta pregunta. Porque desde luego te han dicho, te han enseñado, etc. Pero para ti, ¿quién es de verdad? ¿Quién soy? ¿Alguien importante, alguien razonable, un personaje histórico admirable (sobre el que la Iglesia construye su poder, se atribuye su misión, pero que no es en realidad más que otro, un profeta? ¿O es el Enmanuel, el Dios entre vosotros, vuestro creador, padre, origen y destino; vuestro legislador y también vuestro juez… Porque todo cambia entonces, de ahí depende todo: entonces la Iglesia es tu esposa; el mundo es nuestra tarea… y yo tengo que hacerte caso radicalmente, seguirte de verdad, no a ratos, ni solamente en unas cositas razonables de culto o de moral.

Pedro es el único que se atreve a hablar en nombre de los demás dando el ineludible salto de la fe: “Tú eres el Cristo”, “el Hijo del Dios vivo”. El Cristo, el Mesías. Es un acto de valentía movido por la gracia, por el amor y por la confianza. Para hacer algo así hay que enamorarse un poco de la persona. Y por eso también, la fe requiere una previa,  cierta conversión interior hacia su persona. Sólo el amor le descubre. Por eso, ahora que comienza un nuevo curso, yo te invito a nuevos propósitos de formación, de dedicación, de caridad y solidaridad… Que sean como un decirle: tú eres el Cristo y te seguiré donde vayas, aunque sea difícil. 

La Cruz y el amor
Y aquí viene la segunda parte del diálogo, el que se refiere a la cruz del Mesías. Hay un contraste tremebundo entre el "Bienaventurado tú, Simón, hijo de Juan" y el "¡Apártate de mi, Satanás!"
Y es que incluso habiendo alcanzado la fe no consiguen evitar el tópico del Mesías a su medida, como nosotros. Y, como nosotros, no entendían la cruz, o sea, que soportar el rechazo fuera la expresión de su amor y el precio de su victoria, abrir la puerta al perdón que cura. 
Tampoco entendemos nuestra cruz. En el lenguaje común, con la palabra Cruz ya no nos referimos a la admirable transformación que Jesús hizo de la suya propia, sino a las frustraciones o fracasos de la vida, y  esa palabra señala aquello que hay que aguantar porque no queda otra. Ya sé que es sólo cuestión lingüística, pero ¿por qué no reservar la palabra Cruz para expresar su amor por nosotros?, o para señalar cómo nosotros participamos con él al esforzarnos con nuestros defectos, al ayudar a quien sufre, o la participación en el dolor del Señor o en su aparente fracaso, al trabajar con alegría y honradez, a la valentía de dar testimonio de la fe ante los demás, de esperanza en Dios en medio del dolor. Entonces nuestro sufrimiento no sería simple aguante estoico, sino que se parecería al testimonio de los mártires, que participaron de la Cruz del Señor.
Entonces la palabra Cruz cambiaría semánticamente, sería expresión del triunfo del amor verdadero. Y nos sentiríamos orgullosos de llevarla en pos del Señor cada día.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Pastores sinceros y valientes



San Agustín, obispo: Sobre los pastores
(Sermón 46,10-I 1: CCL. 41, 536-538)

¿Y cómo definir a los que, por temor de escandalizar a aquellos a los que se dirigen, no sólo no los preparan para las tentaciones inminentes, sino que incluso les prometen la felicidad en este mundo, siendo así que Dios mismo no la prometió? Dios predice al mismo mundo que vendrán sobre él trabajos y más trabajos hasta el final, ¿y quieres tú que el cristiano se vea libre de ellos? Precisamente por ser cristiano tendrá que pasar más trabajos en este mundo.
Lo dice el Apóstol: Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo será perseguido. Y tú, pastor que tratas de buscar tu interés en vez del de Cristo, por más que aquél diga: Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo será perseguido, tú insistes en decir: "Si vives piadosamente en Cristo, abundarás en toda clase de bienes. Y, si no tienes hijos, los engendrarás y sacarás adelante a todos, y ninguno se te morirá." ¿Es ésta tu manera de edificar? Mira lo que haces, y dónde construyes. Aquel a quien tú levantas está sobre arena. Cuando vengan las lluvias y los aguaceros, cuando sople el viento harán fuerza sobre su casa, se derrumbará, y su ruina será total.
Sácalo de la arena, ponlo sobre la roca; aquel que tú deseas que sea cristiano, que se apoye en Cristo. Que piense en los inmerecidos tormentos de Cristo, que piense en Cristo, pagando sin pecado lo que otros cometieron, que escuche la Escritura que le dice: El Señor castiga a sus hijos preferidos. Que se prepare a ser castigado, o que renuncie a ser hijo preferido.

lunes, 31 de agosto de 2015

Santa Ragenufle

"Je ne demande qu'un chose, c'est le veritable amour de Dieu"
(No quiero más que una cosa, que es el verdadero amor de Dios)




En el término municipal de Incourt, un lugar tranquilo de la Valonia, a unos 30 kilómetros al sur de Lovaina hay un pequeño jardín cerrado, con una fuente, en los que se venera a esta joven virgen de una familia de nobles francos, que sorprendentemente para sus padres, rechazó el ventajoso partido que sus padres le habían preparado, aduciendo como único argumento lo escrito ahora en un friso sobre la puerta de entrada al jardín. En ese bosque se escondió de su familia durante un tiempo y cumplió su deseo. En su enfermedad, se vio ayudada por un apóstol y un ángel.  Su fallecimiento está datado el año 650 y su devoción, muy antigua, como se ve en este estandarte, siga viva en Incurt y los pueblos vecinos de Dongelberg y Jodoigne

Cinco caminos de penitencia

S. Juan "Crisóstomo" 
(+ 407. Nacido en Antioquía. Obispo de Constantinopla)



¿Queréis que os recuerde los diversos caminos de penitencia? Hay ciertamente muchos, distintos y diferentes, y todos ellos conducen al cielo.
El primer camino de penitencia consiste en la acusación de los pecados: Confiesa primero tus pecados, y serás justificado. Por eso dice el salmista: Propuse: "Confesaré al Señor mi culpa", y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Condena, pues, tú mismo, aquello en lo que pecaste, y esta confesión te obtendrá el perdón ante el Señor [...]
Éste es un primer y óptimo camino de penitencia; hay también otro, no inferior al primero, que consiste en perdonar las ofensas que hemos recibido de nuestros enemigos[...] Porque si perdonáis a los demás sus culpas -dice el Señor-, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros.
¿Quieres conocer un tercer camino de penitencia? Lo tienes en la oración ferviente y continuada, que brota de lo íntimo del corazón.
Si deseas que te hable aún de un cuarto camino te diré que lo tienes en la limosna: ella posee una grande y extraordinaria virtualidad.
También, si eres humilde y obras con modestia en este proceder encontrarás, no menos que en cuanto hemos dicho hasta aquí, un modo de destruir el pecado: De ello tienes un ejemplo en aquel publicano[...].

Te he recordado, pues, cinco caminos de penitencia: primero, la acusación de los pecados; segundo, el perdonar las ofensas de nuestro prójimo; tercero, la oración; cuarto, la limosna; y quinto, la humildad.

No te quedes, por tanto, ocioso, antes procura caminar cada día por la senda de estos caminos [...] Ya que has aprendido con estas palabras a sanar tus heridas, decídete a usar de estas medicinas, y así, podrás acercarte confiado a la mesa santa y salir con gran gloria al encuentro del Señor.
(Cfr. Homilía 2 sobre el diablo tentador, 6: PG 49, 263-264)

sábado, 29 de agosto de 2015

Elías. El cansancio de vivir

(16 de agosto 2015. Dom 19 To b)


La huída de Elías
Como fondo del discurso del Pan, hoy se nos cuenta en la primera lectura un incidente dramático de la vida de Elias, el profeta por antonomasia en Israel. Ha emprendido una angustiosa huída de Jezabel, la reina consorte de Ajab, que ordena asesinarlo, y escapa hacia el desierto del Sinaí. Pero llega un momento en que se ve sin fuerzas y sin alimentos ni agua, y se desea la muerte, se cansa de vivir, al menos de vivir así, y pide a Dios que le quite la vida. Y yo pensaba en ese cansancio que puede aparecer a lo largo de la vida, no tanto el físico, sino existencial. Quizá a propósito de una dificultad, o una pequeña o gran frustración, una carga o simplemente aparece el aburrimiento. . Como en el verso de un gran mal poeta (Neruda): "sucede que me canso de ser hombre". Unas veces es algo que no se consiguió, o una expectativa frustrada. Puede ser la famosa crisis de los 40, aunque la tristeza que puede llegar también en plena juventud o incluso en la adolescencia. Pensad también en esa enfermedad tan difícil de sobrellevar, la depresión psíquica o psicológica.
Cuando está adormilado bajo un arbusto aparece un enviado misterioso que le despierta y le invita a comer y beber de un igualmente misterioso alimento que aparece allí sin que nadie lo haya traído. Para animarle a que termine de comer, el ángel le dice una frase igualmente misteriosa: "el camino es superior a tus fuerzas" .
Es bonito lo que hace Yahveh con este hombre suyo: lo observa, lo ve luchar por la gloria de Dios y le agrada la abnegación con que le sirve. Y cuando le da miedo de que se rompa, le envía un ángel, una ayuda... ¡No nos cansemos de ayudar a la gente, de darles buenas razones para vivir, para amar! 
Mirad que estamos en una cultura cada vez más aisladora, más individualista, y no necesariamente más llena. En realidad, sólo el alma que llena el alma, no las cosas. Dad alma a los demás, dad vida. Y salid vosotros mismos del ensimismamiento.

El cansancio de vivir
De todos modos, la historia del viaje de Elías apunta a algo que va más allá del simple cansancio, y afecta a todos los hombres. Le puede pasar al Papa, le puede pasar al que hace el bien. Y es que las cosas nunca llenan del todo, la vida nunca llena lo suficiente. Y entonces es cuando vemos más aún la maravilla de Dios que nos envía un alimento maravilloso, que es él mismo, el único que puede llenar de verdad el corazón humano. Elías fue un hombre feliz y su vida estuvo llena de aventura y también de éxito y fruto, pero paradójicamente el camino de la vida humana es superior a las fuerzas humanas.
Cuando los padres meditaron esto les faltó tiempo para aplicarlo al alimento eucarístico. Al alma sólo la llena un alma, decíamos, pero sólo Dios puede llenar la vida, superar su caducidad, la limitación de sus dones, limitación que puede acabar por producir ese hastío: quiero morir. Sólo él da a nuestra vida el valor de misión, en cualquier circunstancia, hasta en la enfermedad. La convierte siempre en fecunda: uno siempre tiene algo que hacer con el Señor. Por eso no es sólo el pan de vida, sino pan del camino: el alma siempre es joven junto a él, se siente como un artista, como una persona enamorada. No nos apartemos de Jesús. Ni aunque estemos lejos físicamente. Él nunca se cansa, nunca nos frustra, siempre nos abre de nuevo el camino, la ilusión de ir más allá.

martes, 25 de agosto de 2015

Asunción. Luces que miran al cielo

(15 agost 2015 Asunción de nuestra Señora)
Un recuerdo del Líbano
Hace 10 años pasé esta fiesta en Oriente medio. Me hallaba en el Líbano, cerca de Biblos, en una zona del país de mayoría cristiana. De noche, en el campo, me invitaron a salir a ver la velas que las gentes encendían y colocaban en los alféizares, en las plazas o en los cruces de camino. Parecían saludar desde la tierra a Maria, asunta en el cielo. Me parecía una fe viva, plástica, en el misterio de la Asunción. Ella está en el cielo en cuerpo y alma, y era como decirle: madre, aquí estamos, aquí seguimos nosotros, no te olvides de nosotros. Y este es el contenido del dogma de fe de la Asunción; no sabemos si María llegó a padecer la muerte o no, pero en cualquier caso sí que su cuerpo fue glorificado, como el de Jesús, y que vive ya para siempre junto a él (como le representa el gran fresco de Miguel Ángel en la Capilla sixtina): siempre a su lado, siempre también mirando hacia nosotros, hermanos e hijos suyos a la vez.


María es la intercesora permanente, el corazón materno: "bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios"... "Jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vos, en busca de ayuda, haya sido abandonado por vos... 

Velas en la tierra, miradas hacia el cielo... En la imagen que san Juan vio en su éxtasis sobre el fondo de la noche del cielo se presenta como mujer de belleza cósmica: vestida de sol, coronada de estrellas, como se evoca en la bandera europea... ¡Cuánto amaría Juan a la Madre de Jesús, junto a que permaneció al pie de la cruz, a quien vio atravesada el alma de dolor, como por una espada. Con ella convivió en Éfeso, según una sólida tradición (todavía se venera cerca de la ciudad una casa  llamada de María, en un lugar revelado por santa Catalina de Emerich, si he entendido bien). 


Nuestra asunción al cielo

La asunción de la Virgen es también un mensaje para nosotros. También nosotros seremos embellecidos con la gloria un día, si somos fieles a Jesús, si no nos dejamos arrastrar por el enemigo: esa especie de dragón infernal que aparece en la escena como contraste terrible a la figura de la Mujer. Está claro que en la vida espiritual no hay que actuar por temor, sino por amor; pero un sano temor a dejarnos arrastrar y seducir por el Enemigo nos hace bien, ya que no somos invulnerables a su poder, a su seducción sobre todo. Él actúa y prevalece a menudo; no hay más que abrir los ojos, encender la tv o abrir un periódico... o mirar a nuestro alrededor, o incluso en nosotros mismos: desuniendo, haciendo odiarse a los hombres hasta la demencia. Y lo mismo que es bonito y estupendo reconocer la acción de Dios, es conveniente conocer la acción del enemigo del alma. Ruega por nosotros, pecadores. Muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre... Tratemos a María, que nos mira desde el cielo. Es muy fácil. Se puede hacer de muchísimos modos, en muchísimas circunstancias, con muchísima frecuencia. ¡Sé de María, y seremos más hermanos entre nosotros, más cercanos unos a otros!

jueves, 20 de agosto de 2015

Eucaristía: somos lo que comemos

(2 de agosto Dom b de TO)
Queridos: durante este mes, en la misa dominical se interrumpe como veis a san Marcos y se le pide prestado a san Juan su capítulo sexto, porque es el más explícito sobre el sentido y la realidad del pan eucarístico. Lo podéis leer también por vuestra cuenta. Si uno tiene dudas sobre el sentido y la realidad de la eucaristía, debería leerlo.


Un milagro con mensaje

Cuando Jesús hace el milagro de darles de comer, ven en él alguien prodigioso, potente. Y esperan convencerle de que se convierta en su rey. Él, sin embargo, se oculta y todos regresan al punto de partida, Cafarnaun. Les ocurre como a nosotros. Aspiramos a tener en Dios como aliado, por así decir; y cuando parece que no es así, perdemos el interés por sus cosas. Apenas pensamos, en cambio, que quizá es él el quien necesita de nosotros. Para él, multiplicar el pan no es tal vez tan difícil como cambiar los corazones de los hombres, que es lo que, entre otras cosas, resolvería de verdad el hambre del mundo. Pero para eso necesita de nosotros.


El verdadero alimento del hombre

Al día siguiente encuentran a Jesús en la sinagoga de Cafarnaun, y se llenan de sorpresa porque no se explican cómo ni cuándo ha regresado. Le saludan respetuosamente, incluso con cierta adulación, pero Jesús parece responderles con un reproche, que a lo mejor también nos lo hace a nosotros: habéis visto el "signo", pero no habéis comprendido el mensaje. Ellos se sienten entonces como acosados, y le piden que realice una señal, un milagro que sirva de prueba, y así confiarán definitivamente en él y le harán rey de ese Reino de Dios que predica; y aducen como ejemplo que los israelitas creyeron en Moisés a consecuencia del milagro del maná. Jesús les recuerda que el milagro no fue de Moisés, sino de Dios, mi Padre. Y les asegura que él es el verdadero pan del cielo, porque pan del cielo es el que viene del cielo para dar vida a los hombres. Fijaos en que no les habla aún del misterio de su presencia en el pan eucarístico, sino que les dice que él -su persona- es el verdadero pan del hombre, el que da vida. Pan de vida es el que baja del cielo y es capaz de dar una vida nueva al hombre, el que es capaz no sólo de mantenerle en su ser, sino cambiarlo desde dentro.


"Somos lo que comemos"

A mi me produce una profunda admiración –no sólo emoción- el razonamiento de Jesús y la verdad existencial que encierran sus palabras: lo que hace vivir al hombre no es el pan (ni siquiera el jamón), pues la vida es más que la comida,y el cuerpo más que el vestido… El alimento del alma, del corazón, de la inteligencia, del carácter es el verdadero alimento. Y el hombre necesita ese alimento: vosotros y yo. Vamos al gimnasio, tenemos nuestro manager personal, nuestro esteticista, nuestro entrenador… pero no cultivamos el carácter cristiano, la inteligencia cristiana, la fortaleza cristiana, el arte cristiano en nuestra vida.  Cultivar el carácter cristiano, la inteligencia cristiana, la piedad cristiana: alimentarnos de Cristo. Soy consciente de haber aconsejado tantas veces que alimentemos nuestra vida con la Palabra, y lo repito. Pero también quería deciros que alimentarse va más allá del simple engullir; es asimilar, hacerse uno ("somos lo que comemos", decía un famoso bromatólogo, haciendo famosa la expresión. "Eres lo que oyes", decían los de Europa FM, tal vez exagerando un poco). Si nos alimentamos de Cristo  y vemos nuestra vida llena de antipatías, poltronería..., habría entonces que mirar a ver si realmente asimilamos nuestros actos de piedad y de formación. Pongámonos siempre metas, tengamos la ilusión en alimentarnos de la vida del Señor, para así poder darla.

martes, 18 de agosto de 2015

"Siento compasión": Dios escucha.

(19 de julio 2015 Dom 17 b del TO)

El milagro de vernos
Estábamos leyendo en el evangelio de san Marcos la pequeña "escapada" que Jesús propone a los apóstoles al regresar de aquella primera misión. ¿Os acordáis como a  atracar a tierra descubre que  le está esperando la gente y se pone a hablar con ellos largo tiempo? Al final, Jesús hace un milagro maravilloso, la multiplicación milagrosa de unos pocos panes y peces para  darles de comer a todos. Digo maravilloso, no tanto por lo portentoso, sino por su significación: que Dios se preocupe de que estamos sin comer me parece realmente maravilloso revelador. Pero, según nos dice san Marcos, la gente apenas se dio cuenta de que estaba realizando un milagro. Así es la mayor parte de las veces lo que Dios hace por nosotros. Y también así nos pide que obremos nosotros. 


Darse cuenta

Se preocupó: "Siento compasión de esta gente... ¿Dónde podríamos comprar pan para alimentarlos? Ciertamente quiso hacer un milagro, quiso demostrar su poder a los discípulos (poder del que ellos también participarían). Pero antes de todo eso, se dio cuenta; se dio cuenta y se preocupó. Darse cuenta es escuchar al otro; escuchar incluso lo que no nos dice. Ayer estaba viendo un debate político en la tele, y pensaba: aquí no se escucha, aquí sólo se discute: se intenta que se te oiga a ti, y que el otro quede humillado. De la discusión no suele salir luz, solía decir san Josemaría, porque cada uno quiere quedar por encima. Qué raramente uno le dice al otro: ¡Pues, tienes razón!
No escuchamos al otro. Dios siempre escucha, no sólo nuestra voz, sino nuestro corazón, nuestra necesidad (como esas madres que tienen como un sexto sentido para percibir que a su bebé le pasa algo o necesita algo). No escuchamos porque, al parecer, no tenemos tiempo. Sentimos un cierto vértigo antes de decir a alguien: ¡cuéntame! Hace tiempo se puso de moda esa broma: cuando uno te preguntaba "¡Hombre, fulano! ¿Cómo estás?" Te podían responder: "¿Te conformas si te digo "bien", o te cuento de verdad?" Al parecer eso sólo lo hacen los amigos, o los enamorados, un padre con su hijo… ¡y no siempre1 No escuchamos porque en realidad no nos interesa, porque no nos ponemos en el lugar, porque no preguntamos... Tal vez porque solo nos interesa lo nuestro: como decía aquel niño: "un egoísta es uno que no piensa en mi".


La comunión espiritual

Muchos Padres de la Iglesia usaron este relato para explicar el pan eucarístico. Venían a decir: como Jesús multiplicó el pan, multiplica ahora su cuerpo, que es vida del mundo: "Si no coméis mi cuerpo, sin no bebéis mi sangre, no tenéis vida en vosotros". Eso nos ocurre cuando dejamos de comulgar un tiempo excesivo voluntariamente, o lo recibimos tibiamente: sin fe, sin atención, sin pureza, sin amor. "Danos ese pan siempre", se pedimos hoy. La comunión espiritual -para cuando no se puede comulgar- es una fuente de unión impresionante. Además podemos expresarla en cualquier momento. "Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos". Esta es una fórmula que un escolapio enseñó al san Josemaría siendo niño. La comunión espiritual es medicina precisamente de la falta de ganas, de la falta de fe, de la falta de gracia suficiente. Pues, aunque no sea preciso ser santos para comulgar, es preciso desear la santidad, haber purificado el corazón, el alma. A veces con la confesión y la conversión. Y, siempre, con el deseo espiritual. Repetidla a menudo. Mientras os dormís, cuando pasáis por delante de una iglesia... "¡Danos siempre ese pan!"

jueves, 23 de julio de 2015

Venid y descansaréis un poco

(19 de julio 2015 Dom 16 TO)

Le contaron lo que habían hecho
Como os decía, este capítulo 6 del evangelio de san Marcos es especialmente bonito, porque nos recuerda el primer envío que hizo Jesús de aquellos 12. De ahí hasta nuestros días ¡cuántos "envíos"! Como vosotros mismos. No eran aquellos muy diferentes, y puede que sintieran un cierto vértigo. Hoy, sin embargo, nos narran su regreso, y cómo le cuentan lo que les ha sucedido. En otros evangelistas el relato refleja el entusiasmo que sentían: "hasta los demonios se nos sometían en tu nombre...!", le dicen asombrados. Y yo pensaba si nuestra oración no podría también ser así, porque a menudo me parece que es rutinaria, obsesiva con lo nuestro, carente de alabanza y de emoción. De todo ha de haber, pero me gustaría que fuese así, de amigo que comparte. Quizá la oración no llegue a ser verdadera hasta que no lleguemos a esa confianza, a ese realismo del trato con él.


"Venid y descansad"

A mi me gusta también especialmente ese detalle del Señor, que les invita a descansar, a ir con él a un lugar grato y descansar, pasar la tarde tal vez. ¡Qué humano es Dios, hasta nos ordena el descanso! Les invita a un descanso "con él". Quizás un descanso sin Dios no sea un verdadero descanso (un descanso en el que uno deja todo y a todos, y va a lo suyo o a nada: a pasar de todo y pensar sólo en sí mismo); eso sería más bien un egoísmo programado, o un simple abandono de nuestros deberes… 
"Venid vosotros solos..." : Él nos invita a un descanso como el suyo: se preocupa de ellos y les atiende. Tal vez eso sea un descanso como el suyo: ocasión para ocuparse más de tus amigos, de tu familia, de su descanso, de su formación. Tengo un amigo que comenzó sus vacaciones mandándome fotos tirándose al mar desde unas rocas con sus hijos, pero últimamente sólo me manda selfies desde una hamaca...


Al desembarcar, vio una muchedumbre esperando

Luego está la segunda parte del evangelio, donde nos dice cómo al llegar se encontró con que una pequeña multitud que le estaba esperando… Como un perrillo a su amo. Le quieren, le necesitan. A Jesús le viene al recuerdo un texto de un escritor profeta, que hemos leído en la primera lectura: ¡se encuentran como ovejas sin pastor! Y se pone a enseñarles, se olvida de su cansancio, o desaparece, porque está con ellos y los quiere.  No hace mucho hablábamos de los buenos pastores, pero hoy podríamos fijarnos también en esas "buenas ovejas", que buscan al Señor, que hacen el esfuerzo de ir, de pedir mudamente el alimento de la palabra, de la sonrisa con que le reciben y la alegría con que le escuchan, que les hace olvidarse incluso de comer. Buscan la palabra incluso antes que el pan; ha aprendido que no sólo de pan vive el hombre, cosa que es una gran verdad, y no simple poesía: la satisfacción de lo material no siempre nos hace mejores, al menos no necesariamente. En cambio, el pan de vida -y que garantiza para todos el otros pan- es el del alma, es la bondad, el espíritu de justicia, el perdón y el pedir perdón… "El Señor es mi pastor, nada me falta..." Por su parte no hay duda. Pues que nosotros le nombremos y le hagamos realmente pastor nuestro, maestro, médico y amigo. Que muchas veces al día realicemos esa comunión espiritual.

jueves, 16 de julio de 2015

En el Día de la madre

(3 de mayo 2015. Día de la madre)


Madres
Este domingo se dedica a una figura muy pascual, que es la del Buen Pastor. Daría para mucho, pero quisiera hablar de las madres, aunque esto del "Día de la Madre" sea una especie de conmemoración civil, o incluso más que nada comercial... Pero es que veo la maternidad como una especie de sacramento natural: transmitir la vida y custodiarla. También el varón la transmite, desde luego, pero la madre no sólo la transmite: la gesta, la custodia, la alimenta: es imagen viva de Dios, que es padre y es madre (De Dios sólo se nos ha dado la imagen masculina, de padre, pero no hay que olvidar que ninguna imagen divina es suficiente, y él desde luego tiene corazón y alma de madre). La maternidad es un sacramento natural, porque hace físico el don divino y concreta una gracia de Dios, un don suyo. En realidad, cuando una madre acaricia o alimenta a su criatura, o le tapa, cuando le enseña a hablar o a caminar, cuando le protege, le educa… es Dios el que lo hace a través de ella. Por eso la maternidad es una vocación divina, es imprescindible: él mismo necesitó una Madre, María. Y desde entonces no es sólo vocación divina, sino concretamente cristiana, pues todas lleváis a Cristo en vuestro seno, al discípulo de Cristo. Por eso la Iglesia prohíbe tan duramente entre sus miembros las prácticas abortivas. Y también por eso da tanta importancia al matrimonio, y es tan suspicaz con una maternidad más o menos artificial. Pero, sobre todo, por eso confía tanto en las madres como transmisoras del evangelio y de la fe. Si la fe y el evangelio no están en el corazón y en la vida de la madre, es muy difícil que se transmita a la generación siguiente. La ‘ausencia’ del padre deja huella, pero la ausencia de la madre es letal.

Felicitar a María 
Así que felicitamos a las madres, ¡claro que sí! Y le regalamos algo, si podemos, un detalle (aunque el mejor regalo es el respeto, el cariño, la ayuda, la obediencia, el afecto).También hoy hacemos un regalo a la madre de Jesús, que realmente lo es también nuestra. 
Comienza el mes de mayo. A la Virgen le gustan los mismos tipos de regalos, el mismo tipo de flores que a las madres: el diálogo, el cariño, las palabras bellas y sinceras. La oración. Pero la oración que parece que le gusta más es el santo Rosario, o rosaleda. Contiene –de modo reiterado y como un salmo- la oración de Jesús, el saludo angélico, la glorificación de la trinidad, mientras se medita los misterios de la vida del Señor… El rosario ha sido muy amado por la Virgen santísima; de ninguna práctica de piedad ha dicho cosas semejantes a las que ha dicho respecto al rosario. Podríamos probar a rezarlo más. Alguna vez me dicen que resulta aburrido, y realmente pienso que si uno se aburre con el rosario es más problema suyo que del rosario...

miércoles, 15 de julio de 2015

San Benito y la cultura europea

(domingo 12 de julio 2015. Memoria de san Benito de Nursia)

Un patrón casi desconocido
Aunque estemos celebrando con los textos del domingo xv del tiempo ordinario, ayer, 11 de julio, fue la fiesta de san Benito de Nursia, y querría hablaros de él. Es posible que sólo lo conozcáis -en el mejor de los casos- como fundador de la orden monástica de los Benedictinos o lo relacionéis con la famosa abadía de Monte Cassino. Pero yo querría haceros alguna consideración sobre su persona y vida, porque, además de todo lo anterior, es patrón principal de Europa. Puede resultarnos un tanto chocante que un monje sea el patrón de Europa esa Europa que nos hace pensar enseguida en la Unión Europea, Bruselas ,tipos vestidos de traje y saludándose en las continuas reuniones de ministros o cumbres de primeros ministros, en la actualísima crisis griega o en la imagen espléndida de la sala de reuniones del Parlamento europeo. Tal vez por eso nos preguntamos qué tiene que ver con eso un monje del siglo V.Y sin embargo Europa no existiría sin ese monje, y hasta es posible que deje de existir sin él; al menos lo que hemos conocido y celebrado como el proyecto político más interesante de la historia, o uno de los más.

Benedicto o san Benito fue un joven romano nacido el 480 en una familia patricia y formado en las mejores escuelas de retórica (o abogacía). Si me entendéis, era un pijín, y también algo calavera. En esa época imagino que un cuarto de la población -de dos millones- de Roma era cristiana Tenía una personalidad tremendamente atrayente para sus amigos y conocidos. En un momento determinado de sus veinte años decide marcharse de la ciudad y vivir solitariamente como un ermitaño, cerca de otro ermitaño anciano y con fama de hombre santo. No sabemos exactamente cómo fue la crisis espiritual que le movió a dar ese paso, tal vez comprobar con tedio y con auto reproche que su vida, siendo él bautizado, no se distinguía en nada de sus amigos más crápulas. El caso es que decidió apartarse de la urbe para vivir en soledad, como los anacoretas y santos raros.

Un giro decisivo en el cristianismo europeo
Al principio estuvo solo, pero ocurrió con él algo que había pasado con otros santos del desierto: que venía gente a él para aprender. Lo original, sin embargo es que muchos eran antiguos amigos y conocidos. Así se formó en torno a él una comunidad, pero con una novedad: Benito no era un tipo raro, y orientó la vida en común más a la convivencia que al aislamiento, más a la oración que a las penitencias, más al trabajo -de la tierra o intelectual- más que al abandono. Logró reunir en torno a él a lo mejor, como hoy pasa con la Aguilera y otras religiosas un grupo de gente alegre, valiosa y unida por un sentido de camaradería y fraternidad, y también con un vivo deseo de santidad. Benito consiguió una novedad notable en ese tipo de vida: regularla, armonizarla, humanizar ese fenómeno. Escribió un -o Regla- lleno de sentido práctico. Así encauzó definitivamente el monacato, todos aquellos movimientos anteriores, asombrosos pero también podríamos decir que "raros", con una espiritualidad basada tal vez en exceso en la soledad y en la autodisciplina ascética.  Benito convirtió a sus amigos en un grupo de gente gente feliz, que rezaba, cantaba, cultivaba la tierra y la mente y la convivencia.
En aquella experiencia se basarían a partir de entonces -y hasta hoy- todas las variantes de la vida religiosa en común. Tuvo tanto éxito que en pocos siglos europa se llenó de estos monasterios; se trata de bastantes miles, y fueron en general eran respetados por todos, incluso por las sucesivas invasiones devastadoras de normandos, asiáticos como los hunos o tártaros, o los almorávides. Así, en esas comunidades, que contaban a menudo con centenares de miembros, se formaron multitud de hombres y mueres, se conservó la cultura, y no sólo a base de los, sino encarnada en gente feliz y civilizadora, poseedora en general de una profunda y sincera vida espiritual. Así nació el aglutinante que constituiría el espíritu de Europa: respeto a la cultura, espíritu de oración, progreso y divulgación de la ciencia, respeto a la vida, transmisión de la cultura clásica, nuevas formas musicales y estructurales en la arquitectura. A ellos se debió el mantenimiento de la fe como se nos ha transmitido, en los pueblos y en los reyes, y pusieron la base de la vida espiritual como la conocemos.

¿Hemos abandonado la cultura?
¡De veras que aquí -como se ha dicho en otros ámbitos- somos pigmeos sobre hombros de gigantes!: Lo que nos parece grandeza nuestra se lo debemos en buena medida a los que nos han precedido, incluso en lo espiritual. Ojalá no perdamos los católicos ese espíritu de "amor a la cultura". Está claro que para llegar a ser un buen cristiano no todo el mundo tiene que llegar a ser super culto, o tener una vida espiritual y mística como santa Hildegarda; pero es una lástima que los católicos no seamos actualmente demasiado relevantes en la vida cultural ni, como consecuencia, en la vida pública. Todos estudiamos ADE (lo digo un poco en broma) y está bien; pero ¿por qué no tener un gran amor a la cultura (que lleva a Dios, no lo olvidemos)? Tal vez la despreciamos, o suponemos que ya otros la cultivarán. No olvidéis, además, que la fe tiene mucho que ver también con el derecho, la filosofía, el arte, la ciencia… Yo diría que todos deberíamos sentir deseo de estudiar, de saber, de conocer. La cultura hizo grande a Europa y la convirtió en instrumento de evangelización de todo el mundo. Hoy, que leíamos en un capítulo del evangelio de san Marcos el primer envío de discípulos que hizo el Señor, es un buen día para tomar conciencia de nuestro propio envío al mundo. Ellos eran gente corriente como vosotros, no diferentes a los que os sentáis aquí delante; y llevaron adelante la misión. El cristianismo se hizo desde entonces cultura de cada cultura, pero no olvidemos que la primera en que se materializó fue la europea. 

martes, 7 de julio de 2015

"Yo soy el buen pastor"

(25 de abril. 4 dom de Pascua)

El icono de buen pastor
Jesús usó diversas formas de expresar su identidad y su misión. Por ejemplo, dijo que él era la luz del mundo. También dijo que era el pan de vida. Prestar atención a esas fórmulas de auto definición, y entender por qué las usa, y meterlas en nuestra cabeza, nos cambia, nos salva; como toda su palabra. La palabra del Señor no es sólo explicación, sino explicación que abre la mente y el corazón, lo cambia de modo de ver y pensar, y así lo salva. "La palabra que os salva...", dice san Pablo en una de sus cartas.
Hoy hemos escuchado esta nueva comparación. Él dice: "yo soy pastor, el buen pastor" –matiza-, ya que, según explica luego, hay pastores y pastores. Intentemos entender. ¿Qué esperaba la gente? Tal vez un rey, un gran maestro, Profeta. Sí, pero él prefería esta imagen: pastor. El pastor guía, cuida, defiende, da alimento. La imagen de un rebaño destrozado servía a Israel para verse a sí mismo en el peligro a que le sometían los imperios de alrededor. Entonces el salmista canta: "El Señor es mi pastor, nada me falta, no tengo miedo. Por eso, cuando Jesús dice "yo soy el buen Pastor", es como si dijera: soy el pastor que Dios os envía. El de verdad, no un mercenario, yo no trabajo a sueldo, sino que veo las ovejas como mías, las conozco una a una, voy delante, doy la vida por ellas…. Y mis ovejas oyen mi voz y la reconocen y me sigue. No así con los extraños. Jesús: yo quiero tenerte por pastor, quiero escuchar tu voz, dejarme conducir por tu ley, por tu amor.

La presencia actual del buen pastor
Por eso, cuando los apóstoles y sus sucesores recibieron el encargo, el testigo de su potestad, sabían que debían ser como espejo y presencia del Buen Pastor. De ahí el signo del báculo de pastor , y que su labor se llame pastoral. Alimentan, cuidan, protegen, curan… hasta dar su vida. Me impresionó lo que decíaen una entrevista , regresando a Siria, hace unos días el obispo de Alepo: "Yo moriré aquí, junto a mi rebaño".
"Apacienta mis ovejas", pidió Jesús a Pedro. Fue después de la resurrección, junto al lago: "Simón,¿me amas?" Entonces, apacienta mis ovejas. Cuando eras joven ibas y venías. Amemos mucho a nuestros obispos y al santo Padre, siempre. Además, todos necesitamos el pastoreo; nadie es autosuficiente espiritualmente hablando, nadie puede decir: no necesito del Buen Pastor, yo soy mi propio pastor. Es una ingenuidad. En la vida social es posible que seas importante. Puede ser que tengas la responsabilidad directa y no tengas que dar cuenta a nadie. Pero en la vida espiritual somos siempre pequeños, siempre necesitados. Buscad la ayuda del buen pastor siempre, incluso personalmente. Todos lo necesitamos: nosotros también. Y procurar también serlo vosotros para otros, participar de ese carácter claro y dulce a la vez, recto, que no se busca a sí mismo, que no se escuda en la libertad del otro, aunque la respete siempre.

Paro

(19 de abril)
Hoy nos pide Caritas que hagamos campaña de sensibilización sobre uno de los mayores dolores morales que pueden sufrir las personas: el paro, la imposibilidad de trabajar. También nos piden que demos a conocer como esta organización contribuye a paliar el problema y ofrezcamos la colecta de hoy por ellos. Lo haremos gustosamente.

El trabajo en la Biblia
No encontramos en el Evangelio referencias morales a este problema, lógicamente; aunque en una parábola se habla de  un propietario que sale a contratar, porque hay mucho que hacer y la gente está parada en la plaza. Pero el objeto de aquella parábola es otro; intenta explicar la generosidad con que Dios retribuye a todos por igual. En cambio, sí que aparece en la Biblia una referencia importantísima al trabajo, desde el principio: Dios crea al hombre para que custodie y trabaje su don, el Paraíso. ¡Es la gran tarea del hijo pequeño de Dios, del hombre, el vicario de Dios en la tierra! El trabajo es así como parte de su dignidad, de su misión, una especie de sacerdocio natural sobre la creación, como ocurre también con la procreación. El hombre se realiza él mismo con el trabajo, refleja su ser, su bondad o su maldad; se santifica o se pudre a sí mismo y tal vez también a los demás. Por eso san Josemaría decía que el camino de santidad de un cristiano pasaba por su trabajo, y no sólo por su oración; y también que había una especie de correspondencia entre ambos, de modo que el trabajo se convertía en una especie de oración, una obra de alabanza, de culto . Así que una persona que se porta mal en el trabajo, que es mala persona, que es cuco, vago, que se aprovecha del trabajo ajeno sin contribuir él… no puede ser grato a Dios, al menos puede estar segura de que no le es grato su obrar. Por eso, también hay que analizar este aspecto al examinar la propia conciencia, también es necesario presentarlo en la confesión, por decirlo así.

Para resolver el problema paro, trabajar mejor
El trabajo es el gran medio de santificación de los cristianos que viven y están en medio del mundo. De todos los cristianos, en realidad, pero especialmente de ellos. Por eso, no poder trabajar es un verdadero dolor para los hombres. Papa Francisco, que siempre es tan claro en estas cosas de la vida corriente, dice que el paro quita la dignidad, al no poder llevar el pan a su casa. Por eso nos tiene que doler mucho que haya hermanos nuestros en esa situación, y hemos de contribuir a paliarla con todas nuestras fuerzas. Por supuesto en el caso de que los conozcamos, pero también a los que no conocemos. Ya sé que es un problema macroeconómico, y que no se resuelve con un pequeño gesto, como la colecta de hoy. Pero precisamente por eso, si todos lo tenemos presente nos puede estimular a trabajar más y mejor, a ser santamente ambiciosos en nuestro trabajo, a ser honrados, a ser moderados en los beneficios personales y retribuir con justicia y con sentido profundo de la caridad: no de cualquier modo, sino pensando más en como me gustaría que me retribuyeran a mi que en cómo está el mercado laboral o en cómo puedo zafarme de mi contribución. En definitiva, a tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen, y contribuir también a que la propia comunidad política y económica se plantee con valentía este problema


lunes, 6 de julio de 2015

La divina misericordia

(12 de abril 2015. Segundo domingo de Pascua, domingo de la misericordia)

Hoy es e domingo de la misericordia. Es una celebración reciente, y se lo debemos a JPII, que falleció precisamente la víspera de un domingo como este. El santo papa estaba fascinado por el misterio de la misericordia de Dios, un Dios que se apiada de la humanidad y de cada persona, que muestra su omnipotencia perdonando. La devoción concreta la había aprendido de Faustina Kowalska, a quien canonizó en abril del 2000.

La misericordia de Dios y nosotros
Misericordia es el sentimiento que nace en el corazón cuando se es testigo del dolor, del sufrimiento. Dios tiene compasión del hombre. Tiene compasión de su debilidad, de sus caídas, de sus sufrimiento… y del pecado. Y quiere que le imitemos precisamente en eso: “Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso”. A nosotros normalmente nos produce compasión sufrimiento físico o moral; a Dios, también de dolor y la enfermedad espiritual. Es como las madres: nunca piensan que su hijo sea malo, y no lo pueden creer; piensan en cambio que el chico ha tenido mala influencia, que se ha juntado con otros que son malos, que me he descuidado yo, que se ha equivocado... Todo, menos que su hijo ha hecho una maldad. No digamos nada cuando vuelven arrepentidos. Pues Dios tiene corazón de madre y de padre. La Sagrada Escritura atribuye a Dios ese sentimiento de un modo a veces impresionante, como en esta conocida meditación del salmista:


El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura;
el sacia de bienes tus anhelos.

No nos trata como merecen nuestros pecados 
ni nos paga según nuestras culpas.
Como un padre siente ternura por sus hijos, 
siente el Señor ternura por sus fieles; 
porque él conoce nuestra masa

No tengamos miedo a invocarle así: Señor, yo confío en ti, en tu misericordia, especialmente cuando queremos pedir perdón. Podemos pensar ¿y no será una petición abusiva, que favorezca el abuso? No te preocupes, que hay peligro,porque Dios ve el corazón, conoce la verdad, y si es sincera, puedes confiar siempre. 

La misericordia de Dios y la nuestra
Aunque el Señor nos pide que también seamos misericordiosos como él. Que  ya que hemos aceptado su misericordia, participemos de ella; tengamos un corazón que sepa compadecerse, ayudar, perdonar, soportar, comprender, escuchar, enseñar; en una palabra, las obras de misericordia… Llevar con paciencia los defectos del prójimo: del marido, de los hijos, de los padres, del profe, del jefe…  No ser demasiado duros en el juicio; acostumbrarnos al "tal vez", al "seguro que no se da mucha cuenta", "estará nervioso",  "es que está envenenado por el dolor"... O sea, disculpar. 
No penséis que el perdón es elusivo. El Señor nos enseñó también a corregirnos unos a otros. Pero  es que hay modos y modos, tanto de darlo como de recibirlo. Por eso, no se trata de ser blandos o siempre indulgentes (que puede ser comodidad o cobardía). Pero... hay modos: contención, modestia, respeto… y hasta simpatía puede haber en el modo de corregir. 
 El Papa ha convocado Año de la Misericordia a partir del próximo diciembre, porque quiere que se viva más desde la Iglesia. Que seamos más comprensivos, que ayudemos y no sólo juzguemos, que no apagar "el pabilo que aún humea ni terminemos de romper la caña cascada". Y siempre, que estemos con el justo que sufre: no dejar a Jesús sólo en la Cruz nunca más.

Cristo entre nosotros

(5 de abril 2015. Domingo de resurrección)


María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; 
y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. 
Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. 
Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. 
Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. 
 Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). 
Jesús le dijo: No me toques, suéltame.
(Del capítulo 20 del evangelio según san Juan)

Pascua de resurrección
Feliz Pascua de resurrección a todos. Hoy, hace 1985 años resucitó Jesús de Nazaret, nuestro Señor, nuestro nuestro redentor, nuestro hermano mayor. Es maravilloso este primer encuentro suyo con uno de sus discípulos: María Magdalena; es maravilloso que sea el primer encuentro que nos cuenta el evangelio. Ya lo hemos dicho otras veces: así obra Jesús, para quien no hay pequeños o grandes, al menos con los criterios que solemos nosotros usar. A lo mejor resulta que los pequeños son los grandes, los importantes. Me viene a la memoria la discusión entre los discípulos sobre quién era el más importante, y el modo de zanjarla el Señor: toma a un niño que anda rondando por ahí, lo pone en medio, lo abraza y dice: ¡éste es el más importante! Si tú te consideras grande –y tal vez lo seas en algún sentido,- y quieres serlo de verdad, hazte servidor de los demás. Ocúpate del que más te necesita, no sólo del que te interesa, o del que más admiras; ni sólo de ti mismo y tu bienestar.

Cristo vive entre nosotros
Pero no es sólo este encuentro maravilloso. Lo es también el de aquellos dos discípulos que caminaban hacia Emaús. Y también el que se produce en aquella casa alquilada del cenáculo, y el busca a Tomás, y el del lago… y el de san Pablo. ¡Todos los encuentros con Jesús resucitado son maravillosos! Cristo quiere estar en el mundo; y está. No lo vemos a nuestro gusto o capricho, pero está. Y actúa. Eso significa la resurrección, eso significa "Resucitó de entre los muertos". Para no morir: siempre vivo, siempre a nuestro lado. Es verdad que decimos también que está sentado a la derecha del Padre; pero con eso queremos decir que ahora su vida es plenamente divina, y también -tal vez- que su presencia no consiste en reinar ya sobre el mundo: no "interviene" en sentido de dominar sobre sus enemigos, o de aparecérsenos a nuestro capricho. 
"Siempre vivo" (Ep. a los Hebreos), siempre a nuestro lado: cuando lo recibes, cuando te confiesas, cuando escuchas la palabra, cuando te diriges a él... Siempre asequible. Siempre a tu lado, también cuando rezas de cualquier modo, o no pones interés en nada, o no te comportas como discípulo. También entonces te busca, como a Tomás: "Trae tu mano, métela en mi costado...".
Él, que anunció una vida nueva que daría a todo el que cree en él, entró en ella por la resurrección. Esta noche decía el párroco en su homilía: ¿Cómo vería él, desde la perspectiva de la resurrección aquella angustiosa oración de tres días atrás en el huerto? Así también nosotros pasamos por la pasión y la muerte. Y él nos dice: no tengas miedo. Se lo dijo a esos veintiún mártires egipcios que han asesinado en Libia.

El precepto pascual
No es extraño que la Iglesia haya establecido el precepto pascual, la obligación de comulgar por lo menos una vez durante este tiempo pascual, que va del domingo de resurrección a pentecostés: !comulgar al menos en Pascua Florida!, ¡Encontrarnos con él! También nosotros morimos espiritualmente, o muere él para nosotros. Resucitemos con él, vivamos de corazón esta maravillosa fiesta que se prolonga durante 0cho días. Y ayudemos a nuestros hermanos a vivirlo.

domingo, 28 de junio de 2015

¿Cómo revela Cristo a su Padre?

Dios, que «habita una luz inaccesible», habla a la vez al hombre con el lenguaje de todo el cosmos:«en efecto, desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, son conocidos mediante las obras». Este conocimiento indirecto e imperfecto, obra del entendimiento que busca a Dios por medio de las criaturas a través del mundo visible, no es aún «visión del Padre».«A Dios nadie lo ha visto», escribe San Juan para dar mayor relieve a la verdad, según la cual «precisamente el Hijo unigénito que está en el seno del Padre, ése le ha dado a conocer». Esta «revelación» manifiesta a Dios en el insondable misterio de su ser -uno y trino- rodeado de «luz inaccesible». No obstante, mediante esta «revelación» de Cristo conocemos a Dios, sobre todo en su relación de amor hacia el hombre: en su «filantropía». Es justamente ahí donde «sus perfecciones invisibles» se hacen de modo especial «visibles», incomparablemente más visibles que a través de todas las demás «obras realizadas por él»: tales perfecciones se hacen visibles en Cristo y por Cristo, a través de sus acciones y palabras y, finalmente, mediante su muerte en la cruz y su resurrección.

De este modo en Cristo y por Cristo, se hace también particularmente visible Dios en su misericordia, esto es, se pone de relieve el atributo de la divinidad, que ya el Antiguo Testamento, sirviéndose de diversos conceptos y términos, definió «misericordia». Cristo confiere un significado definitivo a toda la tradición veterotestamentaria de la misericordia divina. No sólo habla de ella y la explica usando semejanzas y parábolas, sino que además, y ante todo, él mismo la encarna y personifica. El mismo es, en cierto sentido, la misericordia. A quien la ve y la encuentra en él, Dios se hace concretamente «visible» como Padre «rico en misericordia».


Este texto pertenece a "Dives in misericordia", segunda encíclica del papa Juan Pablo II y fue publicada el 30 de noviembre de 1980. Trata de la misericordia divina.

sábado, 20 de junio de 2015

Margarita Ward y compañeros mártires ingleses (1535-1679)



Dermot O’Hurley, Margarita Bermingham viuda de Ball, Francisco Taylor, Ana Line, Margarita Cltheroe, Margarita Ward y compañeros mártires ingleses, beatos.


Primero fueron dos leyes  principalmente las que dieron el presupuesto político necesario que justificase la persecución: el Decreto de Supremacía, y el Acta de Uniformidad (1559). Por ellas, el Trono se arrogaba la primacía en lo político y en lo religioso. Así la Iglesia dejaba de ser «católica» –universal– pasando a ser nacional –inglesa– cuya cabeza, en lo religioso y en lo político, era Isabel. El juramento de fidelidad necesario supuso para muchos comprender que con él renunciaban a su condición de católicos .

De este modo, quienes se negaban al mencionado juramento –necesario, por otra parte, para el desempeño de cualquier cargo público– o quienes lo rompían quedaban ipso facto considerados como traidores al rey y eran tratados como tales por los que administraban la justicia. Se emanó un Decreto (1585) por el que se prohibía la misa y se expulsaba a los sacerdotes. Dispusieron de cuarenta días los sacerdotes para salir del reino. La culpa por ser sacerdote era traición y la pena capital. En esos años, quienes dieran cobijo, o comida, o dinero, o cualquier clase de ayuda a sacerdotes ingleses rebeldes escondidos por fidelidad y preocupación por mantener la fe de los fieles o a los sacerdotes que llegaran desde fuera por mar camuflados como comerciantes, obreros o intelectuales eran tratados como traidores y se les juzgaba para llevarlos a la horca.

Ana Line fue condenada por albergar sacerdotes en su casa; antes de ser ahorcada pudo dirigirse a la muchedumbre reunida para la ejecución diciendo: «Me han condenado por recibir en mi casa a sacerdotes. Ojalá donde recibí uno hubiera podido recibir a miles, y no me arrepiento por lo que he hecho». Las palabras que pronunció en el cadalso Margarita Clitheroe fueron: «Este camino al cielo es tan corto como cualquier otro». Margarita Ward entregó también la vida por haber llevado en una cesta la cuerda con la que pudo escapar de la cárcel el padre Watson. Y así, tantos y tantas… murieron mártires de la misa y del sacerdocio.

En Inglaterra hubo una época en la que no se respetó la libertad de conciencia de los ciudadanos y pueden verse aún hoy en los archivos del Estado que la causa de aquellas muertes fue siempre religiosa bajo el disimulo de traición. Después de la sentencia condenatoria, los llevaban a la horca, siempre acompañados por un pastor protestante en continua perorata para impedirles hablar con los amigos o rezar en paz. Así fueron las cosas.

jueves, 18 de junio de 2015

Danos siempre de ese pan

Si él afirma que los que coman de este pan vivirán eternamente, es evidente que los que entran en contacto con su cuerpo y participan rectamente de la eucaristía poseen la vida; por el contrario, es de temer, y hay que rogar que no suceda así, que aquellos que se privan de la unión con el cuerpo de Cristo queden también privados de la salvación, pues el mismo Señor nos conmina con estas palabras: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Por eso pedimos que nos sea dado cada día nuestro pan, es decir, Cristo, para que todos los que vivimos y permanecemos en Cristo no nos apartemos de su cuerpo que nos santifica.

San Cipriano, obispo de Cartago y mártir (+258), comentando la petición del Padrenuestro: danos hoy nuestro pan de cada día

sábado, 6 de junio de 2015

El paro y el trabajo

(19 de abril 2015 3Dom Pascua b)


Hoy nos pide Caritas que hagamos campaña de sensibilización sobre uno de los mayores dolores que pueden sufrir las personas: el paro, la imposibilidad de trabajar. También nos piden que demos a conocer como contribuyen ellos a paliarlo, y nos piden que ofrezcamos la colecta por ellos. Gustosamente hacemos las tres cosas.

El trabajo
No encontramos muchas referencias bíblicas al paro (aunque, curiosamente, en una de las parábolas evangélicas se habla de un propietario que sale a contratar peones varias veces a lo largo de un día, porque -dice- hay mucho que hacer y la gente está parada en la plaza. Pero recordáis que, más que el paro o el trabajo, el objeto de aquella parábola era la generosidad con que Dios retribuye a todos por igual). De lo que sí nos habla la Biblia es del trabajo; desde el principio: "puso al hombre en Edén para que lo trabajara y custodiara". ¡El trabajo aparece ahí como la gran tarea del hijo creado en el mundo! Es como parte de su dignidad, de su misión. Junto con la procreación, forma parte de una especie de sacerdocio natural sobre la creación. Por eso el hombre se hace él mismo con el trabajo, refleja su ser, su bondad o su maldad; se santifica o se pudre a sí mismo, y a los demás, con lo que hacen sus manos. Y pienso que por eso decía san Josemaría que un cristiano se santificaba o no en su trabajo, y no sólo en su oración. Y que existía una especie de correspondencia entre ambas cosas de modo que el trabajo convertía la oración en auténtica o inauténtica. Un persona que es mala persona, que es cuco, vago, que se aprovecha del trabajo ajeno sin contribuir él,  no puede ser grato a Dios, al menos no puede serlo su modo de obrar. Y como consecuencia, por ejemplo, deberíamos llevar este asunto al examen para la confesión sacramental, como hacemos con otros aspectos de la vida, como el sexual. El trabajo es el gran medio de santificación de los cristianos que viven y están en medio del mundo. De todos los hombres, desde luego, pero especialmente de los cristianos, llamados a redimir el mundo creado por Dios.

El mal del paro
No poder trabajar es además un verdadero dolor para los hombres. el Papa Francisco, que siempre es tan claro en estas cosas de la vida corriente, ha dicho en ocasiones que la carencia de posibilidad de trabajo quita la dignidad las personas, que le impide llevar el pan a su casa. Por eso nos tiene que doler que haya hermanos nuestros en esa situación, y deberíamos contribuir a paliarla con todas nuestras fuerzas. Por supuesto si conocemos a alguien que lo está sufriendo, pero también a los que no conocemos y son igualmente hermanos nuestros. Ya sé que el paro es un problema sobre todo macroeconómico, y que no se resuelve con un pequeño gesto, como la colecta de hoy. Pero precisamente por eso si lo tenemos todos presente nos puede estimular a trabajar más y mejor, 
a ser santamente ambiciosos, a ser honrados, a ser moderados en los beneficios personales, a retribuir con justicia y con sentido un profundo de la caridad; no de cualquier modo, sino pensando más bien en como nos gustaría que nos retribuyeran, más que sin más en cómo está el mercado laboral o en cómo podría zafarme de mi contribución.  En e fondo, a tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen si estuviésemos en esa situación, y a contribuir también a que la propia comunidad política y económica se plantee con valentía el problema y busque soluciones junto con todos.